Tal vez sea este el nombre femenino más famoso del país galo. El ícono del cine francés por excelencia: es esta la referencia más extendida sobre ella.
Su voluptuosa figura, sensuales labios y cabellera rubia abundante fueron un imán apenas resistible para los caballeros de mitad del siglo XX.
Equipara en belleza e influencia a otras artistas consagradas como Liz Taylor y Sophia Loren. Europeas que, aunque pocas, conquistaron el estrellato de Hollywood y las mieles del éxito les valieron para filmar cientos de películas.
No tenía la elegancia de la inglesa ni el aspecto dulce y romántico de la italiana. Ella poseía el encanto erótico francés, la perfección de una humanidad exuberante. Una pin-up completa, o como llamarían en su época, toda una cheesecake.
Y aunque Briggite es quizás la más esbelta de las actrices europeas, es a la vez, la menos mencionada en la posteridad. La razón: podrían encajar perfectamente en este eslabón sus continuos y efímeros romances. Desde su rompimiento con Roger Vadim el plano sentimental de su vida se volvió inconstante y desequilibrado, pero encontró un noble y altruista refugio: los animales.
Desde 1976 es la abanderada de una fundación que lleva su nombre, con la que busca proteger a animales en peligro, convirtiéndose en una de las activistas más influyentes del movimiento.
La soledad, el desamor, la melancolía. Muchos motivos pero ninguna certeza. Lo único cierto es que Brigitte Bardot brilló con luz propia. Una figura clásica que quedará grabada en la historia…
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