sábado, 28 de mayo de 2011

Adopción: historias, dificultades y finales felices

Publicado en Qhubo Barranquilla, el 24 de mayo 2011

Por diferentes razones, cientos de niños sin hogar no tendrán la suerte de que una pareja los acoja. El Icbf trabaja por bajar este índice y por hacer realidad sueños de alegría y fraternidad.


Las lágrimas de un niño son dolorosas. Pero lo son aún más cuando no tiene quien las seque.  Esta, es una realidad que se hace latente en los cientos de niños que se hallan a la espera de que una familia los haga parte de ella, que una pareja decida brindarles la oportunidad de criarse en un hogar que llene sus expectativas como infantes, como hijos y como seres humanos.

Nada más gratificante que crecer rodeado del afecto fraternal de un núcleo familiar. Un ambiente de felicidad, amor y comprensión influye cabalmente en el desarrollo psicosocial de la persona, y es determinante en los primeros años de vida. Un niño con una infancia feliz casi con seguridad crecerá sin problemas mayores.

Lo anterior es casi una utopía para los pequeños que sueñan con volar cometa en el parque de la mano de su padre, pero no tienen uno; para esos que anhelan, desde los centros zonales del Bienestar Familiar, que una mamá los mande a la cama con un beso de buenas noches, y que ven esquivos sus deseos por diversos factores, banales por mucho, cuando se trata de hacer feliz a un menor.


Difícil tarea

Según Emilia Fontalvo, directora del Icbf Regional Atlántico, son varias las razones por la cual un niño puede ser catalogado como de difícil adopción. La primera es la edad. La mayoría de familias que buscan adoptar prefieren bebés, niños de brazos en los primeros meses de vida. Sin embargo, a las puertas del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar arriban chicos de diversas edades como historias y circunstancias que han tenido que vivir.

Hace algunos años, la edad desde la que se consideraba un niño como de difícil adopción eran los cinco años. Afortunadamente, esa cifra ha ascendido y hoy la edad contemplada llega a los ocho.

Otro de los motivos por los cuales es difícil lograr que acojan a los menores son los lazos de consanguinidad que tienen muchos de ellos, pues son numerosos los casos de hermanos que llegan al Icbf.

Antes del 2003, en Colombia no se conocían precedentes de adopción de grupos de hermanos. Justo en ese año, una pareja de extranjeros decidió amparar una pareja de gemelos. A partir de entonces, el futuro para los pequeños de un mismo grupo familiar que llegan al instituto, es diferente. Justo en dos semanas, cinco hermanitos serán adoptados por una pareja de italianos.

La otra razón que dificulta abrazar a los niños en adopción son las discapacidades y problemas de salud. Pocos son los que se arriesgan a tomar un pequeño con limitaciones o con  alguna enfermedad. Los índices de pequeños que son rechazados por estas condiciones son tan tristes como estas mismas.


‘Visa para un sueño’

Pese a esto, gracias a la gestión que se adelanta para tratar por todos los medios que un niño sea acogido por una familia, los chicos entran a un programa llamado ‘Sueños de verano’, una especie de pasantía en la cual los niños de 7 a 12 años viajan a los Estados Unidos y permanecen cuatro semanas con tutores de diferentes familias para que se conozcan y, en medio de su estadía, estrechen lazos y logren establecer una conexión decisiva que desemboque en la adopción.

Experiencias maravillosas y resultados positivos es el saldo que deja el recorrido de los pequeños por el país yanqui. Más de uno ha comenzado a ser un ‘gringuito’ con nombre y apellido.


Amor extranjero

Afortunadamente para los infantes, la lista de espera de padres extranjeros que buscan adoptar un niño colombiano es nutrida. Estas cifras son respaldadas por las garantías que les brinda dicho proceso en nuestro país, pues una vez se entrega un niño en adopción, dicha decisión es irreversible.

Los ciudadanos de otros países son los únicos que se ‘le miden’ a adoptar un niño con VIH. El año pasado, dos familias extranjeras hicieron realidad el sueño de dos pequeños que sufren del síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Asimismo, los niños con discapacidad y grupos de hermanos son recibidos más fácilmente por familias extranjeras que por parejas colombianas.

La mayoría de estas familias son conscientes de las circunstancias de los niños latinoamericanos que se encuentran bajo el amparo del Estado, que si bien les ofrece los medios para sostenerse a lo largo de su vida, no son tan sólidos como las de sus países de origen. La esperanza de vida en Colombia es notoriamente inferior que las de naciones europeas y norteamericanas.


“No es cuestión de dinero”

Son numerosos los casos conocidos de familias que buscan un hijo y que se abstienen del deseo de adoptar porque lo consideran como un suceso que sólo ocurre en hogares que devengan altos sueldos y llevan vidas acomodadas.

Hace ya algún tiempo, una familia de estrato tres y sin apellidos de renombre, logró acoger a un bebé de un año que padecía de sífilis congénita y que fue abandonado a los 10 días de nacido. Fue recibido en el seno de un hogar conformado por el padre, la madre y una hija de siete años de edad, uno de los pocos casos de colombianos que apadrinan pequeños con enfermedades.

Lo mismo le ocurrió a Mariana (nombre cambiado), una vivaz niña de cinco añitos que se convirtió en la consentida de sus padres adoptivos y que sin devengar grandes cantidades de dinero, lograron convertirla en su primera hija.

En el riguroso proceso que sigue los lineamientos del ICBF para entregar un niño en adopción, se tienen en cuenta los ingresos de la familia que desea adoptar. Sin embargo, este dato no condiciona  la decisión final de la institución, que sólo vela por asegurar el bienestar del pequeño. No son necesarios salarios mayúsculos ni gruesas billeteras para inundar de amor y cariño a los chiquillos.

El requisito primordial para lograr la adopción de un niño son las ganas de cuidar de un pequeño que lo necesite y estar dispuesto a aceptarlo como un fruto de la propia descendencia Lejos de significar un recurso extremo para consolidar un hogar, es la oportunidad para brindarle a un pequeño los derechos que se ganó al nacer. Adoptar es dibujar una sonrisa eterna en el rostro de aquellos que conocen como nadie el significado de la palabra ‘familia’.

Son 158 niños los que actualmente residen en la lista de difícil adoptabilidad del ICBF. De ellos,  48 tienen más de ocho años, 92 padecen de algún problema con su salud y 18 pertenecen a grupos de hermanos. 

lunes, 16 de mayo de 2011

El 'lord' que la sacó del estadio

Publicado en Qhubo Barranquilla el 8 de mayo, 2011


La historia de un fanático de la pelota caliente con nombre de poeta, que ‘siembra semillas’ para recoger una cosecha beisbolera
La gran familia 'Semillitas' nutre el deporte barranquillero
y refresca las oportunidades de esparcimiento para los
niños

Esperar a Lord Byron Güell implicaba, obligatoria e inconscientemente, imaginar que un noble hidalgo apareciera con toda la suntuosidad que la ocasión ameritaba, de sombrero de copa alta y traje entero al mejor estilo de la realeza. Todo un dandi de vocación.

Una cita en el estadio de béisbol José Vargas del barrio La Victoria, bien podría disminuir tales conjeturas. Sin embargo, en el fondo, la esperanza de que aparezca un distinguido caballero con su credencial de título nobiliario, tal como su afamado homónimo, no desaparece del todo.

Pero ni lo uno ni lo otro. Al encuentro con el mencionado personaje, sale un  hombre bajo, de gorra, camiseta y jeans ajustados con correa. La expresión cordial de su rostro indica que él es el ‘lord’ por quien se aguarda. 


El caballero del béisbol

Pese a todas las dificultades que atraviesa el béisbol, todavía hay gente que cree en él y en las promesas que puede cumplir. Lord Byron Güell, un hombre tan particular como su nombre, lleva a cabo una labor trascendental para el futuro del play ball costeño desde el barrio La Victoria, y que desde hace algunos años se hace sentir en el ambiente beisbolero de la ciudad.

Es el tercer año del torneo y espera que se mantenga por mucho tiempo más. Se trata de la Copa Semillitas de béisbol, en la que compiten seis novenas de niños entre los 4 y los 8 años de edad, la única que existe en Barranquilla para esta categoría y que alienta el espíritu competitivo de los futuros peloteros.

Si su nombre lo heredó por la versatilidad de uno de los más grandes exponentes del Romanticismo, lo cierto es que la pasión de Lord Byron por el béisbol no se queda en los versos y trasciende las fronteras de los sueños. Él suyo ya lo ha hecho realidad.


Pequeños protagonistas  
La satisfacción del 'profe' es ver la sonrisa dibujada en el
rostro de los pequeños cuando 'cosechan' un triunfo

Cada sábado, un grupo de atléticos niños tienen una cita ineludible. El guante y el bate los esperan para poner a prueba cuánto han crecido en el deporte base. Luego de una breve charla técnica y el infaltable beso de sus madres o la palmada de sus padres, están listos para pulir el diamante con sus lanzamientos y carreras.

Se ponen el casco y el guante es un ritual que siempre es el mismo. Un grito en medio del campo con el nombre de su equipo los deja listos para comenzar los nueve innings.

La energía que exponen en el juego es única. Esa actitud es la que justifica cómo en su debut como selección se alzaron con el campeonato, ganándole dos veces a Bolívar, tarea para nada fácil. Hace dos años se quedaron con un segundo puesto en Cartagena. Las semillas germinaron y la cosecha crece cada día más.  

Termina el encuentro y van por el mejor de los premios, un abrazo de sus padres, hayan perdido o ganado, así como un ‘boli’ o ‘raspao’ que les ayude a soportar el calor.


Brillante ‘jugada’

Si el béisbol es ‘el ajedrez del campo’, el jaque mate lo ha dado sin duda, Lord Byron Güell. Su quijotesco trabajo le ha permitido darle valor y energía propia a un torneo excepcional que refresca las opciones de esparcimiento de los chiquillos de la ciudad.

La mayoría de semilleros deportivos de Barranquilla le apuestan al fútbol. ‘Semillitas’ reinventa el menú y les ofrece a los más pequeños, además de la oportunidad de desarrollar su condición física y mental, crear lazos de amistad y la consolidación de valores clave para su vida.

También es un puente de unión entre las familias, como cuenta su propio gestor, “me inclino por la formación de los niños porque es una etapa donde se ha perdido la parte afectiva con ese nuevo mover del mundo, donde el niño se queda solo en casa mientas los padres trabajan o salen a hacer cualquier cosa”. Después de tan loable acción,  ahora sí que es verdad que ‘el lord’ la sacó del estadio.

NO OLVIDE Los pequeñines de ‘Semillitas’ son los pioneros en esta categoría en Colombia. El torneo, que reúne a niños desde los 4 hasta los 8 años, es el único en la ciudad y el primero en gestarse en el país, que a raíz de la acogida y el éxito obtenido en ‘Curramba’, se extendió hacia otras ciudades.



¿Quién fue Lord Byron?
George Gordon Byron fue un poeta inglés del siglo XVIII, considerado uno de los escritores más versátiles e importantes del Romanticismo. Famoso autor de obras cargadas de pasión y rebeldía, influyó en otros reconocidos autores como Goethe, Édgar Allan Poe, Alejandro Dumas, entre otros.

Era patihendido, es decir, que los dedos de sus pies estaban vueltos hacia dentro. Luego de la muerte de su madre y de sus dos mejores amigos en tan sólo un mes, se refugió en su hermanastra Augusta Leigh, manteniendo una relación con ella, lo que provocó que se le acusara por incesto.
Lord Byron tuvo un particular magnetismo personal. Consiguió la reputación de no ser convencional, ser excéntrico, polémico, ostentoso y controvertido. Muchos han atribuido sus capacidades extraordinarias a un trastorno bipolar.

Fotografías: Rafael Polo 

viernes, 6 de mayo de 2011

¡Qué le pongan salsa!

Publicado en Qhubo Barranquilla el 10 de abril 2011
Haga un recorrido por los más representativos estaderos de Barranquilla y déjese atrapar por la antología de recuerdos que vienen a la memoria de la mano de un acorde salsero.

La salsa y los barranquilleros juraron nunca separarse. Esta promesa de amor eterno se hace realidad en torno a las paredes de legendarios estaderos que no pasarán de moda.
Anécdotas de hombres y mujeres, amigos de toda la vida o accidentalmente unidos por una melodía, hacen de estos sitios uno de los mejores epicentros musicales y culturales donde palpita la historia de la ciudad.

Conozca los más simbólicos.


LA TROJA

“La Troja es el mejor referente de la salsa en Barranquilla”. Con estas palabras define Edwin Madera, su orgulloso propietario, al recinto salsero por excelencia de ‘Curramba’. No se equivocó. Cada fin de semana, más de 2000 almas se agolpan  al son de la guaracha cubana y demás acordes caribeños para rememorar las glorias de antaño nacidas del genio prodigioso de los inspirados creadores del mar de las Antillas.

Fue fundada el 26 de febrero del año 1966, fecha que reza en una placa de cemento localizada en el que fuera su primer establecimiento –aledaño al parque Suri Salcedo-, donde comenzó como un kiosco de comidas y ‘mecatos’ a cargo de Zunilda Velásquez de Madera.

El génesis de la salsa aguarda en la colosal colección de más de diez mil discos de vinilo, conservados en el tiempo por el quehacer constante de una vida dedicada por completo a ellos. Además de los long play del ayer, cerca de 2500 CD´s alternan las tandas clásicas con las melodías actuales.

En esquina de la carrera 44 con calle 74, se congregan jóvenes y viejos, propios y foráneos, para sumergirse el delite colectivo más emblemático de la ciudad. La Troja es pura vida. Más que una institución, es todo un movimiento.






EL TABOGA

En medio de una congestionada avenida ataviada de tráfico vehicular y de transeúntes desesperados, emerge un lugar con nombre de isla tropical, que baña en efusión a las cientos de personas que cada fin de semana confluyen en ella para gozar de un derroche de melodía y sabor.

Del talante de Samuel Gutiérrez nace este paraíso salsero, cuando decidió unificar el ‘Bulerías’ y el primer Taboga, que se hallaban situados en el Centro, hace aproximadamente 40 años.

El Taboga se perfiló como un todo un emporio de este pegajoso ritmo musical, cuya fórmula medida entre la melancolía de antaño y la alegría de los sonidos modernos hacen que cualquiera se sienta, literalmente, en su salsa.

Sus domingos de programas especiales y música verbenera, son imperdibles para la clientela fiel que encuentra en este, el espacio perfecto para disfrutar de unas cervezas al son que escuchan su canción favorita.




LA GRAN VÍA

Es quizás la intersección de calles más popular de Barranquilla. El punto donde se unen la Cordialidad y la carrera 14, alberga una tradicional casa con sabor salsero que desde 1970 está al servicio del disfrute ‘quillero'.

La Gran Vía, topónimo heredado por su ubicación, fusiona lo mejor de la salsa -su esencia- y los nuevos ritmos que suenan con fuerza. Un menú tropical que es la mejor carta de presentación para este lugar que atrae por igual a casados y solteros, a compañeros entrañables de una tradición que data desde 40 años atrás.

Reinaugurada hace poco, La Gran Vía reúne una cofradía de amigos de diversos barrios, que la han hecho, con el pasar de los años, el mejor referente de uno de los sitios más concurrido en las inmediaciones de la ciudad.




El que ya no está

Los grandes años de la salsa no sólo vibraron con los recintos que actualmente se conocen. Tiempo atrás un estadero brilló con luz propia y legó su nombre al baúl de recuerdos del alma barranquillera: el Ipacaraí.

Laury Muñoz, mejor conocido como 'Lucho Ipacaraí', fue el encargado de darle vida, por más de 30 años, a las cuatro paredes más gozonas y emblemáticas del popular barrio Simón Bolívar.

El Ipacaraí, inmortal sitio de referencia para todo aquel que arribe al boulevard donde más se respira 'barranquillería', fue famoso por la calidad de su música y los murales memorables de Belimathh, reconocido pintor de la época.

El estadero más insigne del 'ombligo de Barranquilla', cayó en decadencia en los últimos años de vida de su creador, y hoy ve con nostalgia cómo se reduce a polvo y olvido, entre su cada vez más descolorida fachada.


Fotografías: Rafael Polo