domingo, 14 de diciembre de 2014

Barranquilla se refina a la hora del té

Esta nota la escribí para los diarios ADN y El Tiempo Caribe, y fue publicada el 8 de abril de 2014.

Detalle de amor de Café Boutique, donde encontré un collar baroque para morirse. Les debo la foto. Esta al tomó mi tocaya Andrea Ortega.

Los cafés de la ciudad toman aires cada vez más románticos, cambiando la experiencia de un momento entre amigas, por ejemplo, en torno a la bebida.

Barranquilla es una señoritona de aires románticos que tiene ganas de volver a irradiar la vanidad europea que la envolvió en su época dorada, cuando de la Arenosa pasó de ser la Puerta de Oro gracias a una pujanza vívida que vino de la mano de las oleadas de inmigración.

Cuando italianos, franceses, alemanes y españoles terminaron en esta esquina suramericana, sembraron en esta tierra un influjo artístico único, que se fusionó con las formas autóctonas para crear una amalgama única sugerida, por ejemplo, en el contraste del señorío arquitectónico Barrio Abajo con el colorido de sus fachadas.

Barranquilla no olvida eso que la distinguió, y en su afán por volver a acaparar miradas y en camino a reconvertirse en la urbe cosmopolita que muchos tiene en su mente, ya muestra visos de volver a vestirse con la mejor de sus galas, al sorbo de una taza de té.

Café Boutique. 

Café Boutique comenzó a ‘bordar’ ese halo romántico desde diciembre del 2012, en la carrera 52 con calle 76. Giuliana Pezzano, su propietaria, es una diseñadora de modas y 'fashion stylist' que quiso abrir una ‘concept store’ (tienda de conceptos) en su ciudad natal, al mejor estilo de los locales italianos que visitó en su estadía en Milano, donde estudió.

Giuliana tomando té en su local
La moda, claramente, era lo esencial en su negocio, cuyo concepto es lo vintage. Pero algo llegó por añadidura para y terminó siendo la cereza del pastel: el café. Además de comercializar prendas y complementos que trae de todo el mundo y que van desde los $30.000 –que puede ser un esmalte único- hasta una cartera Chanel de US $1.800, alineó sillas de té en su local para brindar una experiencia diferente, alineada con esa atmósfera europea que quería lograr.

El Nespresso es el café que brinda a los clientes, que no necesariamente llegan por la moda, sino por tener un rato más íntimo entre amigas en este espacio acogedor. “Muchas vienen a tardear, a conversar tomándose un capuccino; hay otras que separan el espacio para hacer baby showers y cumpleaños a modo de tea party”.

Además del Nespresso, que da la oportunidad de elegir entre 16 cápsulas de café de diferentes partes del mundo según la intensidad, los dips son las estrellas del menú “porque son lo más gourmet, lo más saludable y una combinación ideal para una taza de latte, machiatto o espresso”.

Por lo lindo y refinado, se ha labrado la concepción de que para visitar sitios así se requiere una gran inversión, pero no. Una taza de espresso cuesta $2.800, mientras que el cáfe más costoso que se puede probar es un capuccino, el más pedido, a $4.000.

Los dips son un homenaje a la amistad: vienen para compartir. Una porción para entre cuatro y seis personas (servidas en copas, suntuosamente) del Giardini di Versailles cuesta $13.000.
Detalle de adornos y bebidas que se ofrecen
En el lugar suelen organizarse 'trunk shows' a modo de 'tea party'
Una clienta que siempre recuerdan en Café Boutique: Silvia Tcherassi, devota al Nespresso


Le Jardin. 

Le Jardin también tiene lo suyo, pero para hablar de él hay que pasar de ‘concept store’ a café bistro, que viene de la denominación francesa bistró, usada referirse pequeños establecimientos populares de Francia donde se sirven café, quesos y otras bebidas, así como otras comidas ligeras, a precios económicos.

Lo lindo no tiene que ser necesariamente costoso, y Ana Cristina Bojanini, la artista plástica barranquillera, lo ha entendido así en su nuevo ‘taller’, ubicado al lado de su galería, en la calle 79 con carrera 51. Uno donde las pinturas y la resina quedan a un lado, para dejar ‘florecer’ un ambiente acogedor al tiempo que se degustan platos únicos y un precio ‘democrático’.

Le Jardin cuenta con tazas de té pintadas por Ana Cristina Bojanini.
Su hija Joelle es la autora de los menús, pintados a mano.
También hay que contar los cojines, las lámparas...
Del techo de Le Jardin cuelgan unas burbujas de luz que, sumadas al jazz que envuelve el lugar, podrían asustar el bolsillo de muchos. La carta, que muchos no querrían tocar, es lo realmente tranquilizador y apetecido.

Los espressos, de $2.500, o los lattes, de $4.000, hacen pareja a ma’amoules –una especie de postre- de pátil y nueces, o de pistachos con azahar, o de agua de rosas, que tiene un valor de $6.500. “Es algo muy de la casa”, explica Bojanini, quien se encargó, junto a Olga María Salcedo, la anfitriona del lugar, de diseñar un menú corto, pero sustancioso.

Los crepes no faltan y rondan los $17.000, así como los sándwiches, que también hacen parte de una carta de colores pintada a mano con el sello Bojanini. El helado de la casa, con merengue y almendras, es el consentido de Le Jardin, aunque otro le compite fuertemente: el Allegra, un helado hecho con las auténticas alegrías curramberas, a $12.000.

La carta de postres es bastante rica, con gran influencia árabe

Feffy’s. 

En Feffy’s, una bicicleta vintage colgada en la pared avisa que, en ese espacio, el gusto por lo romántico es la regla. Paredes azules, flores blancas y vajillas de colección son compañía para quienes llegan a este lugar, en la esquina de la carrera 59C con calle 81, a tomarse un café o a morder un cupcake.

Los clientes, como en la mayoría de este tipo de locales, van desde el público juvenil hasta los adultos mayores. Aunque allá, las niñas son las invitadas de honor. Las fiestas infantiles se convirtieron en ‘tea parties’ y los cumpleaños se celebran alrededor de una tanda de ponquecitos decorados, “porque creen que están en un castillo de princesas”, cuenta su propietaria Estefany Saumet.

Este juego de té es un primor. Nadie quiere irse sin una foto.
Hace seis meses abrió este local, un templo dedicado a sus pasiones: la pastelería y los objetos viejos, muchos de los cuales ha sacado de la calle y los ha restaurado para envolver en la atmósfera más ensoñadora posible su negocio. Lo más costoso de su carta es la especialidad, el mocca frapuccino, a ocho mil pesos.

El resto de la pastelería francesa, los pequeños pudincillos y las pizzetas oscilan entre los $2.000 y $7.000. “Una monareta”, como dice ella.

martes, 9 de diciembre de 2014

Artesanía de lujo bajo el sello Tcherassi

Les dejo aquí esta entrevista que hice a esta mujer de admirar, publicada por los diarios ADN y El Tiempo.

La diseñadora barranquillera, la cara más internacional de la moda colombiana, vuelve a apostarle a la manufactura nacional para ampliar su exitosa colección de accesorios y complementos.






Ya se le notaba, pero ahora lo corrobora. Silvia Tcherassi, como los grandes genios de la moda mundial, se rinde ante la exclusividad de una pieza elaborada a mano inigualablemente para llevar a la artesanía a su forma más sublime y así, hacer un trabajo de educación de manera implícita, en el que expone, con piezas de la mejor factura, el valor de un tejido ancestral, de las puntadas de una técnica indígena o de la intervención manual fusionada con materiales vanguardistas y aplicaciones de diseño.

Su nueva obra de arte se lleva del brazo, se llama canasto y tiene su inconfundible sello de perfección fashion. Las lentejuelas, cintas, canutillos y demás encantos que cuelgan del nuevo complemento Tcherassi hablan de una artesanía nacional con identidad, transformada y adaptada por quien sabe de moda para que el mundo la conozca. Para que Colombia entienda el potencial de su manufactura y se ubique en el radar de las grandes costuras latinoamericanas por obra y gracia de su diseñadora más internacional.

Usted le ha apostado a la artesanía de lujo en su concepto de moda. ¿Qué papel juegan las mochilas y ahora los canastos en su propuesta?
Siempre me ha gustado transformar piezas cotidianas, tradicionales, de uso diario, en algo extraordinario. Eso se pudo ver en las mochilas, que transformé por primera vez en prendas de lujo que incluso son coleccionadas y han generado toda una tendencia. Lo mismo pasa con los canastos, que a diferencia de las mochilas, están pensados para las ocasiones más casuales, pero que también están llenos de detalles y mucha pasión.
Piezas de lujo con un impecable trabajo manual

En sus clutches que homenajean a Cartagena y Barranquilla, la intervención era basada en fotografías y cristales Swarovski, que también están presentes en las mochilas. ¿Qué materiales se aprecian ahora en los canastos?
Las texturas siempre han formado parte de mi propuesta de moda. Y en los canastos he utilizado apliques de distintos materiales, además de incorporarles ciertos elementos, como charms, cintas, etcétera,  que le dan a cada uno su identidad.

¿En qué ciudades estará disponible esta colección de canastos? ¿Es limitada?
En todas mis boutiques. Teniendo en cuenta que la creación de texturas es realizada a mano utilizando materiales diversos que forman parte de mis archivos y mis colecciones y a cada uno le doy un “toque final”, podría decirse que son piezas únicas. No hay dos canastos iguales.

¿Seguirán las mochilas y clutches en sus planes luego de esta propuesta con canastos?
Claro que sí. El de las mochilas ha sido un proyecto bellísimo que ha tenido un impacto sorprendente en la promoción y difusión de la artesanía Wayúu y colombiana en general. Me siento comprometida con las comunidades que elaboran las mochilas que sirven de base para la intervención y juntos hemos aprendido y hemos perfeccionado nuestra técnica y nuestro trabajo. Los clutches son más bien conmemorativos, homenajes a Cartagena, a Barranquilla, celebraciones de nuestra cultura y nuestro colorido. Entonces, todos forman un componente importante de nuestra colección de accesorios.

Usted es la única diseñadora que tiene en Barranquilla un outlet permanente. ¿Es una manera de hacer su moda más democrática?
El outlet es una necesidad cuando tienes tu planta de producción, tu propia red de distribución y un manejo de inventarios muy dinámico. Pero en el caso mío, además es un espacio donde puedes encontrar prototipos de prendas que no salieron al mercado, piezas experimentales, es decir, es mucho más que prendas de la anterior colección.  Por tanto, como pueden contar quienes lo han visitado, es una verdadera caja de sorpresas. Está localizado al lado de mi boutique principal como prueba de que es algo especial.

Cartagena, territorio Tcherassi. Barranquilla, ‘coming soon’


Abanicos, el nuevo homenaje de Silvia a Cartagena
A propósito de su faceta como empresaria en el sector hotelero, ¿cuándo estará listo su nuevo hotel boutique en Cartagena y cuál es su oferta diferencial con la Mansión Tcherassi que ya existe?
Esperamos abrir puertas en el 2016. Este nuevo hotel tendrá 42 habitaciones, dos restaurantes,  un lounge-bar y un café. Y será el tercer hotel más grande del Centro Histórico de la ciudad, con un concepto que mezcla naturaleza, arquitectura y moda. Como bien dices, la actual locación en la Calle del Sargento Mayor se pasará a llamar Mansión Tcherassi, donde se atenderán huéspedes VIP con mayores requerimientos de privacidad.

En Barranquilla se han diluido los indicios que la señalaban como una candidata fuerte a ganar la concesión del hotel El Prado. Sin embargo, se está a la expectativa de los proyectos que pueda tener en la ciudad, en el sector de lo que será el Portal de Genovés. ¿Planea alguna construcción en esta zona?
En estos momentos estamos analizando distintas alternativas para un proyecto en Barranquilla que pensamos iniciar en el corto plazo. Cuando tengamos un proyecto con todos sus componentes configurados y su identidad definida, lo anunciaremos oficialmente.


Bonus track: La colección primavera-verano 2015 de Tcherassi es un deleite. Siluetas fluidas y estructuradas se ciñen a la cintura en tonos como el negro, el brazo y la gama de cobrizos. Tules y encajes se deshacen en las piezas, que se valen de cinturones recamados para marcar la cintura, que hacen de la propuesta una oda a la feminidad en tiempos de vanguardia, una sensualidad elegante. Bordados y texturas juegan a ser filigrana sobre cada prenda.