viernes, 12 de agosto de 2016

A los carpinteros de Getsemaní se les cierran las puertas

Por Andrea Jiménez Jiménez

El oficio de la ebanistería, uno de los más populares del sector, se va quedando sin exponentes. Los lugareños se han ido, dejando al barrio sin mano de obra y sin clientela.

Freddy Gaviria, uno de los más
antiguos carpinteros del barrio.
El sonido de la madera contra la sierra revela dónde viven los Gaviria, la última dinastía de ebanistas de Getsemaní. En la mitad del Callejón Ancho, tras una fachada morada, está su trono: un mesón enorme de madera, con madera sobre él y aserrín por todos lados. Solo ha habido tres 'reyes': Freddy, el monarca mayor, el 'Corli' (o Codli, como suena en lenguaje cartagenero); y Dávinson y Wilman, sus hijos.

Es una pobre estirpe, si se quiere. Un triduo que cabe en dos generaciones, apenas suficientes para que no se extinga uno de los oficios más tradicionales del barrio 'cool' del Centro Histórico. Padre y hijos son nombrados cuando se pregunta quiénes son los carpinteros de Getsemaní. "Los Gaviria" o "donde el Codli", da la misma cosa.

Como si esperara a alguien, Freddy levanta la cabeza en pleno sopor de la tarde del jueves. Está lijando un mueble de cocina que le encargaron en Barranquilla. ¿Usted es el que hace los portones del Centro? Dice que no, que hay que llegar a la Calle del Pozo para encontrarlos. Dos cuadras abajo, al frente de un parquecito con estatuas de latón, está la respuesta.

El sitio tiene más apariencia de 'palacio' que la casa de los Gaviria. Es una gran mole blanca sin puertas ni ventanas. Las reemplaza una estera de metal que cubre todo el frente, todo echada hacia arriba. No se ve nada, excepto estacas de madera arriba y abajo, unas sobre otras, y un camino irregular que sube y baja, todo de piedras y aserrín. ¿Aquí hacen los portones del Centro? "Sí, todos", dice la única mujer que se ve en Maderas Carrillo, un depósito convertido en tres improvisados talleres de ebanistería. Todos los carpinteros de Getsemaní caben en el patio esa casa. Excepto los Gaviria, que tienen su propio 'principado'.

El primero que se asoma es Ulises Taborda, el cachaco. Casi no se le puede oír porque el sonido de la sierra hace inaudible cualquier otro. Entonces desconecta el aparato para contar cómo fue que hace siete años, luego de una visita a una clienta, decidió dejar Bogotá e instalarse en Cartagena. "Podría decir que me quedé por el negocio, pero sentí que algo especial podría pasar acá". Llegó a Getsemaní a comprar material donde los Carrillo y convenció a la dueña de quedarse alquilado en un rincón de ese patio donde todo es polvoriento, rústico y marrón.

Los portones de La Heroica han sido su "principal negocio". Los fabrica, los repara y los reproduce a escala. "Siempre hay flujo de trabajo", y así es como puede restaurar, en promedio, tres al mes, y elaborar uno completo en el mismo tiempo. Lo acompaña ese jueves Jorge Luis, un aprendiz que no suda aunque el calor doblegue a su patrón. Él, junto a tres carpinteros más, ayudan a Taborda, de 47 años, a cumplir con los pedidos que van llegando, que se cotizan al alza de la madera en el mercado. La ceiba y la teca, las más cotizadas, harán que un portal cueste entre 4 y 5 millones, mientras que uno hecho en amargo, el roble y el cedro común, las más baratas, no superará los dos millones.

El último portón hecho por los Gaviria.
Lo hizo Wilman hace dos meses.
Esa tarde solo está él, porque al parecer es el único que tiene suficiente trabajo como para quedarse esa jornada calurosa e insoportable cortando y pegando trozos de ceiba. Faltan Alfonso Urueta y Eliécer Guerrero, cabezas del par de talleres que también funcionan allí.

Se aparecen al día siguiente, el viernes muy temprano, y reciben el día bañados en aserrín. Son los más antiguos carpinteros de Getsemaní, dicen el uno del otro. También estaban los Batista, otra dinastía, pero se mudaron. "Se fueron para Chile, pero el barrio, no la ciudad", cuenta Urueta, de 62 años, sobrino de Carlos Batista Santana, "mi papá de crianza y maestro del oficio". A los nueve años, su tío ya le estaba enseñando cómo cortar el triplex y otros materiales. "Independiente y sin ayudante", cuenta que hace tres años no hace un portal.

Guerrero, de la misma edad, lo acompaña en su suerte. Ya no les encargan portones costosos de gran elaboración, sino "lo que salga". Hay meses en los que no sale nada. No son los tiempos de Marco Fidel Álvarez, otro viejo carpintero getsemanisense, ahora residenciado en Blas de Lezo. Tampoco los de Antonio Sayas, colega de la época, que ahora vive "quién sabe dónde". Se van los vecinos, y con ellos, los clientes. "Ya no hay a quién venderle. Por aquí ahora son más los extranjeros que los propios".

Los ebanistas y los que no, nacidos también en Getsemaní, han visto la oportunidad de aumentar su patrimonio al irse del barrio. Venden una casa en alrededor de 2 mil millones de pesos y compran, con ese dinero, cuatro más en diferentes puntos de Cartagena. Tampoco hay con qué pagar el millonario predial, así que salir del sector se convierte en lo más rentable.

Estudiantes en una clase de carpintería en la Escuela Taller.
Los que quedan son la resistencia, los empecinados a defender su legado familiar justo donde nacieron. "Como 'el Codli'", dice Alfonso. "Ese aprendió conmigo".

Hay que volver al 'castillo' del Callejón Ancho para entender que aunque Freddy 'el Corli' Gaviria no hace portones ya, algún día los fabricó. Hoy, esporádicamente, esa labor le toca a su hijo. A Wilman, que cortó, pegó, lijó y pintó el último hace dos meses, en compañía de los estudiantes de la Escuela Taller, una institución de educación gratuita enfocada en oficios patrimoniales. Queda dos cuadras arriba, y allí se enseña a 18 jóvenes cartageneros el arte de trabajar con madera.

Jesús David Alarcón tiene 17 años y hace parte del curso de carpintería. No parece entusiasmarle mucho, pero actúa como si no tuviera más camino. Es uno de los tres getsemanisenses del salón. "Me metí porque mis dos amigos se inscribieron". Álex Gaviria y Cristian Watson, se llaman. Ese viernes no fueron a la clase, y así parece irse notando el descuido de los lugareños por preservar uno de los saberes ancestrales que se han cultivado en esas calles del Centro Histórico.

Que ya no da plata, dicen los viejos. "Todo lo quieren barato y no se puede. Yo los mando pa' Bazurto, que es regalado", dice 'el Codli'. Que el turismo hace mella, dice la academia. "La dinámica en Getsemaní es diferente a la de otros barrios populares de Cartagena. Aquí el turismo ha despertado el interés por otras opciones laborales. Los jóvenes no ven la carpintería como algo de estrato, como algo digno", alerta Leisy Rivera, coordinadora académica de la Escuela Taller. Hace 24 años fue fundada para preservar los oficios ancestrales del sector, pero ha ido perdiendo popularidad entre los vecinos.


Las puertas y las ventanas siguen en su sitio. Pronto, los que no lo estarán, serán sus creadores. Eso lo dicen lo todos.

lunes, 8 de agosto de 2016

Entrevista

"Las tetas ahora son para un buen escote"


La vocalista de Aterciopelados defendió el derecho de amamantar sin ser señaladas. Cuestionó también la doble moral de la desnudez pública.

Por Andrea Jiménez Jiménez
Andrea Echeverri posó junto a las madres y los niños
en la Tetatón, en Barranquilla.

A Andrea Echeverri no la ocupa demasiado el regreso de Aterciopelados a la música luego de ocho años. Siempre libre, aunque una disquera la llene de contratos, la vocalista de la banda de rock más importante de las últimas dos décadas en Colombia se aferra más que nunca a su papel como "activista por los derechos" de las mujeres. Esta vez defiende el poder lactar sin ser señaladas. Si a los más puritanos les parece escandaloso, a Echeverri le parece algo "natural". Así lo dejó claro el sábado, en el parque El Golf, en Barranquilla, cuando, junto a Li Saumet -colega y vocalista de Bomba Estéreo-, le puso rostro de figura pública a la Tetatón, evento organizado por el colectivo MamaQuilla, que busca incentivar la lactancia materna. En público. Sin pena.

¿Cómo llegó a la Tetatón?
Las chicas de MamaQuilla me invitaron. Está muy bonito porque tiene que ver con un pasado reciente mío. Mis chicos ya son grandes, pero pasé por ese proceso con mucha felicidad, con dificultad también. Escribí muchas canciones al respecto. Tengo videos con mis hijos y de alguna manera simbolizo esa cosa maternal con el asunto de dar teta.  Tengo una canción que se llama 'Lactochampeta'.

No es la única composición que ha hecho sobre la maternidad...
De eso tengo muchas canciones. Cuando nació mi primera hija hice un disco que se llama 'Andrea Echeverri 1'.  Ese tiene la 'Lactochampeta', tiene otra que se llama 'A Eme O', que es donde salgo en una bicicleta con mi hija. Tiene una que se llama 'Amniótico', y dice "amor antes de la primera vista, amor a la primera patada". Es todo un disco que escribí en la época en la que estuve embarazada, cuando nació ella, cuando le di teta. Es un disco muy iluminado por la experiencia maternal. Y años más tarde hice otro disco que se llama 'Dos', que está muy conectado con la infancia de mis hijos, con mi infancia. Canté canciones que mi mamá me cantaba, toda la familia cantó en el disco. Tengo mi historia con todo el proceso de ser mamá y de tener una familia.

Todavía hay tabúes alrededor de la lactancia en público. ¿Le atribuye esto a la desnudez o a otro aspecto?
Que no les guste que una mujer dé pecho en público, eso está muy raro. Es lo mismo: la desnudez,  las tetas y las chicas sexis por todas partes y todo el mundo las celebra y a todo el mundo le parece perfecto, y un acto tan natural y tan básico como darle pecho a tu bebé, eso sí lo censuran. Eso significa que la sociedad está loca, que los valores están volteados. Es increíblemente ridículo. Mi hija de 14 años me lo comentaba: "Sí, mamá, en Youtube hay un video de una chica en un centro comercial dándole teta al bebé. Atrás hay una foto de una portada de Soho con una chica con todo por fuera, y eso sí perfecto. En cambio viene el policía a regañar a la chica que da teta". ¡Eso es una cosa absurda!.

¿Cómo percibe el papel del hombre en la lactancia materna?
Ahorita había unos chicos aquí. Estaba muy bonito porque hicieron pasar a los señores adelante y que cada uno hablara de su experiencia, porque definitivamente vivimos en una cultura con muchas cosas del pasado, del machismo y la división de roles, entonces la mujer es la que hace el oficio. Ellos hablaban de eso precisamente. Es algo cotidiano y puede parecer sin mucha importancia, pero la tiene totalmente. Cómo la cosa se tiene que empezar a nivelar y cómo los papás, o si la persona no tiene pareja, el hermano, el papá, cualquier figura masculina, deben ayudar. Es importante que todas las personas hablen de los procesos, se ayuden, porque definitivamente ser madre es dificilísimo. Lactar duele, te puede dar mastitis. Todo suena súper rosadito y de corazoncitos, pero en realidad es un proceso duro, que requiere de todo tu compromiso y puede haber muchos obstáculos. Es bonito que haya toda esta clase de manifestaciones a favor de que las mamás podamos ejercer la maternidad con más profundidad. Hay muchas influencias lo superficial y de lo estético, y las tetas ahora tienen que ser es para un buen escote. ¡No! Bonito conectarse otra vez con que la teta es para darle de comer a los bebés. Para eso es que son.

¿Han avanzado las madres de hoy en la defensa de su derecho a amamantar?
Los maridos a veces les prohíben a las chicas dar teta que porque después van a quedar feas. ¡¿Que qué?! Otra vez es lo mismo. Hay momentos en la vida para todo. Hay momentos en que estás escultural y sexi y linda, pero cuando tienes un bebé estás para tu bebé. En tu cuerpo se forma, de ahí sale y luego se puede alimentar de ti. Es súper bonito, tanto para ti como para el bebé. Y no solo eso, tiene cantidad de implicaciones a nivel de nutrición, a nivel psicológico, a nivel de seguridad del chico. En la cabeza de uno también. Hacerlo bien te da poder. Yo recuerdo esa sensación cósmica: te sentías como parte de la naturaleza, como un árbol, como una planta. Era una cosa muy especial, muy hermosa, y no podemos dejar que ese tipo de pensamiento revista a la mujer y la cosa se vuelva ser sexis. Eso puede suceder, pero la esencia femenina está en otro lugar. La esencia femenina definitivamente es cuidar al otro.

Eso podría ser interpretado como machista, como si las mujeres hubieran nacido necesariamente para ser madres...

No. En mi caso, di teta y fue súper bonito. También me parece bonito el respeto a todo el mundo. Las mujeres no es que tengamos que ser madres. En la sociedad actual hay espacios para todo el mundo y tú puedes escoger si quieres ser mamá o quieres ser otra cosa. Totalmente válido. Y luego también hay personas que tienen problemas dando teta, y no es la idea que si una mamá no puede dar teta se sienta súper mal, pero sí definitivamente es chévere atacar eso de que las mujeres somos un pedacito de carne de exhibición o de seducción. Con eso yo tampoco voy. Me parece bonito que una mujer se conecte con su esencia y también que fluya con sus opciones de vida. Pero si es mamá y que le dé teta a su hijo, si lo logra, es una bendición para él, para ella.