Agradecimientos especiales a Rafael Pabón por la fotografía.
¿Quién fue el artífice de la independencia de Colombia? Si formulo esta pregunta a cualquier grupo de compatriotas seguramente responderán una respuesta. Al unísono. Sin dudarlo. Simón Bolívar. La mayoría de los países andinos conocen la historia lo suficiente para identificar a Bolívar como “El Libertador”. Sin embargo, parece que este conocimiento no les alcanza a los colombianos para formar una conciencia histórica que mantenga vivos los hechos tal cual fueron.
Este año se celebra el Bicentenario de la Independencia de Colombia según muchos estamentos importantes de nuestro país y los medios de comunicación. Error garrafal. ¿Podría decir la Alta Consejería Presidencial dónde se encontraba Simón Bolívar el 20 de julio de 1810, mientras los hermanos Morales solicitaban el famoso florero a José González-Llorente? Por todo el despliegue publicitario que respalda la idea de la conmemoración de Independencia, dudo que supieran que Bolívar se encontraba, desde hacía una semana en Londres con motivo de una misión diplomática.
La gente debe recordar que el día de la Independencia colombiana no es el 20 de julio de 1810. Simón Bolívar luchó por este suelo nueve años después, el 7 de agosto de 1819. En el Puente de Boyacá. La batalla decisiva que garantizó el éxito de la Campaña Libertadora de Nueva Granada.
Esa es la verdadera historia de la Independencia de Colombia. No se niega el hecho de que el 20 de julio de 1810 marcó un hito en la historia del proceso independentista y jugó un papel fundamental para libertar a la nación, mas esto no basta para confundir enormemente conceptos y circunstancias que generen el deterioro de la conciencia histórica y colectiva de los colombianos.
La historia debe ser contada tal cual es, o por lo menos, acercarse a la realidad del modo más exacto posible. Si bien es cierto que con el pasar del tiempo los sucesos pasados sufren tergiversaciones en su intento por transmitirse de generación en generación y se omiten y/o se agregan detalles, no se puede pasar por alto un equívoco de esas proporciones. Desconocer la historia de su país equivale a carecer de identidad y de cultura, y de igual modo, tal como afirmó el filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana, “aquel que olvida su historia, está condenado a repetirla”.
Ojalá dentro de nueve años aún se tengan recuerdos de las glorias pasadas y el gobierno relea los libros de historia que ha pasado por alto y rememore a los colombianos la verdadera semblanza de los hechos que nos trajeron hasta aquí.
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