jueves, 19 de abril de 2012

George Daccarett, el ‘beatlemaníaco’ barranquillero

Esta nota fue publicada el 19/04/2012 en el diario El Heraldo de Barranquilla.

Fotografía de Christian Mercado para El Heraldo
Era un jovencito de pelo largo. El alma pintada de technicolor lo hacía soñar, casi delirar, con la banda de sus amores. Su imagen, justo al lado de la de sus compañeros, era un retrato que los estereotipaba como los rockeros locales más ‘cool’ de la época. Su ‘look’, su sonido y su pasión se resumían a una inspiración mutua: The Beatles.

Los descubrió entre viaje y viaje, entre rumores de conocidos que volvían a Barranquilla provenientes de Estados Unidos llenos de historias sobre la vida americana. Traían souvenirs, aparatos electrónicos y además, música.

El escarabajo (beetle, en inglés) dejó de ser, entonces, un insecto cualquiera del inmenso mundo animal, y vino a representar el nacimiento de un sueño de juventud: la Daccarett Blues Blend, mejor conocida como la Daccarett Blues Band.

Fue Twist and shout la que más los motivó a cantar covers del grupo inglés. George empezó a encargar los acetatos de los británicos a sus padres y a sus hermanos mayores en cada viaje. Junto con los integrantes de la Dacarett ( su hermano Joseph Daccarett, Javier Gutiérrez y Pipo Shaw) trataban de sintonizar emisoras extranjeras que sonaran la música de The Beatles. Así comenzó a conocer en detalle la prolífica carrera del grupo más importante de la historia de la música y a declarale su amor y fervor.

Lo que nació como un pasatiempo juvenil fue cobrando fuerza y se convirtió casi en un movimiento: cada vez eran más las presentaciones con su banda y los días de toque en ‘Papagallo’,  el bar más famoso de la ciudad por esos tiempos, se volvieron más frecuentes.

Enamoraba chicas con su ‘pinta’ y sus covers. Inluso, le ocurrió lo más gracioso que le puede pasar a un grupo local sin gloria ni fama: firmar autógrafos.

Su pasión por la música fue tal que terminó por eclipsar lo demás. Lo expulsaron, junto a su hermano Joseph, del colegio Parrish cuando cursaba octavo grado. “Me echaron porque no estudiaba y quería vivir en mi mundo musical”. Entró entonces al Sagrado Corazón, institución donde se graduó, con una disciplina casi militar: la mandaron a cortarse el cabello, a ponerse medias, a concentrarse en los estudios.

Pero la música jamás fue echada a un lado. “Si algo le agradezco a The Beatles es que  nos llevó a mi hermano y a mí por un camino muy sano”. No fue joven de problemas ni de discusiones. The Beatles fueron su norte y Paul McCartney su gran ídolo.

Paul McCartney fue mucho mejor compositor y cantante que John Lennon, así mucha gente diga lo contrario. Las canciones las firmaban ambos, pero lo que la gente no sabe es que quien la cantaba era quien la componía, y los grandes éxitos de The Beatles los canta McCartney”, asegura convencido.

Habla con propiedad porque sabe. Lleva años tras su huella, coleccionando discos, camisetas y todo lo que tenga que ver con la banda británica. “Aquí tengo estos ocho acetatos que encontré en mi ‘caja mágica’, luego de mucho buscar. Los demás deben estar por ahí bien refundidos, porque los cuido como un tesoro”. Las camisetas se las llevó todas su hijo Johan, quien heredó su vena musical y lo ratifica con su banda Los de Adentro.

El concierto soñado

La mejor experiencia musical de su vida, la vivió George de la mano de Paul McCartney hace ya una década. Estaba de viaje en Nueva Orleáns, cuando prendió el televisor de su habitación y en el canal interno del hotel anunciaron la presentación del ex Beatle al día siguiente en la ciudad. Salió corriendo a averiguar dónde podía conseguir la entrada hasta que dio con el lugar. La boleta le costó 200 dólares, no en la mejor localidad, pues ya estaban agotadas. “Fue un momento único, es una persona muy cálida. Recuerdo que invitó a tocar una canción a un músico que había encontrado la noche anterior en un bar de la ciudad y lo presentó ante el público”, narra emocionado.

En su iPod tiene más de 27.000 canciones. La discografía completa de The Beatles y Paul McCartney lo acompaña todo el tiempo. No puede hacer ejercicio en el gimnasio si no escucha música. Es un melómano de 24 horas. Ama el piano, el jazz, The Beatles… para él Yesterday es la mejor canción del mundo.






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