lunes, 12 de diciembre de 2011

Una nueva creación

 Lo primero que vieron Adán y Eva cuando examinaron el Paraíso, fue un i-pod. Desnudos, con la gravedad en contra y sus partes colgando, lo agarraron sin pudor y lo olfatearon. Tal vez fue ese instinto animal que llevaban impregnado en ellos; quizás fue el desacierto de creer que un rectángulo de aluminio compacto pudiera saciar su hambre.

Porque sí, en el Paraíso, no había nada que comer. Sólo higos y unos cuántos frutos secos.
Nada de eso, ellos se merecían un Starbucks. Ese contacto impredecible con el hijo de Jobs los tocó, y no hablo en exageraciones.  Se volvieron tan plásticos como la ropa que entonces desearon usar. Los iones de litio y biopolímeros les imprimieron a sus recién estrenados cerebros una dosis de materialismo hasta entonces incognoscible. Esa es, pues, la historia de nuestros infinitos males a costillas de Louis Vuitton, Prada y Dior.

Sus narices, frescas olfateadoras de rosáceos matices, desataron un caos colosal que hizo rodar el imperfecto paraíso construido para  darle rienda suelta a las pasiones mundanas que los ataban al efímero universo del cual querían saciarse. Sauces y robles, alondras y mirlos, volaron por doquier en un irregular valle de pretensiones.  Una profunda ignorancia se apoderó de sus voluntades y decidió que, desde ese momento, el hedonismo y la lujuria serían la solución de sus días.

Al parecer, se asentaron en Sodoma, y los pequeños gamines que parieron les montaron la competencia con Gomorra. Desordenaron el alfabeto de la época y refundaron la patria:  se aburrieron de verse las caras después de unos 500 años y decidieron divorciarse. A Eva le tocó Norteamérica, Adán se quedó con China.

Hoy llevan una buena relación de pseudo amistad-amorosa-afectiva. Lo último en relaciones es mantener el compromiso al margen, y como buenos snobs, ellos lucen encantados el rótulo de ´amigos especiales´.

Compraron un BlackBerry cada uno e intercambiaron pin. Por ahí discuten arduamente sobre lo egoísta que fue Dios: para tomar les daba el riachuelo en lugar de ofrecerles agua Evian. ¡Cómo si el hecho de ser los primeros no los hiciera merecedores del líquido alpino! Pero no sólo hablan de eso por BB. Cuando Eva se hastía de Adán, prefiere el sexo por teléfono, en este caso, por pin.

Cuando están de vacaciones, Adán y Eva se van de rumba, comen en Hard Rock Café y compran Converse. No usan Crocs porque se parecen mucho a los cocodrilos que tenían de vecinos, justo detrás de la gran hoja de plátano que hacía las veces de techo de su casa.
Ahora mismo están ahorrando. Su ambición más próxima es bailar en las playas de Ibiza. Lo que siempre se merecieron.


P.D.: Ambos audicionan para un papel en Jersey Shore

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