Vista de la nueva cara de la cúpula de la iglesia |
Publicado en Qhubo Barranquilla, el 15 de marzo de 2011
Está ubicada entre la Amargura y la Real, entre el Progreso y el Mercado. Calles cuyos nombres enmarcan, casi perfectamente, la realidad que hasta hace poco palpitaba en el lugar: un mercado 'negro' de drogas y cuerpos, excesos banales que lidiaban con lo amargo y lo real de la situación, de aquellos que se entregaban a sus vicios, y los que debían observar, impasibles, lo miserable del hecho; el progreso estancado a causa de los caprichos viscerales del destino.
Desde García Márquez hasta Aníbal Velásquez se han inspirado en ella en novelas y canciones. Su 'techo abierto', sus uniformes, y a la vez, irregulares construcciones aledañas, sus inquilinos nocturnos y sus caminantes de día, hacen parte de la telaraña de historias que desde siglos atrás, se teje justo en el corazón del Centro Histórico.
Mediante un concurso que ganó la empresa Opus de Medellín, se definió el diseño de la plaza |
Hace no más de una década podía apreciarse justo detrás del Paseo de Bolívar un desorden de gentes caminando hacia todas las direcciones. Hoy, después de cinco años de haber concebido la iniciativa de la recuperación y reconstrucción del espacio público en la Plaza de San Nicolás, el cambio es total.
Los colores vivos que irrumpen el espacio, las plantas nativas que adornan el camino y una llamativa figura tridimensional de madera son los nuevos atractivos de la plaza que albergó la que fuera la primera catedral de Barranquilla.
La fachada de la iglesia, imponente arquitectura que coronan las cúpulas que parecen besar el cielo, es sin duda, la imagen más vívida de este ambiente que desde ya cautiva a propios y extranjeros.
Por la comunidad
Son 11.700 metros cuadrados que esperan albergar vendedores y compradores que le den la vida que se merece al centro de la ciudad. Circunstancia que ha sido posible no sólo por la intervención de los organismos encargados para el rescate de los grandes escenarios públicos, sino también por la voluntad de los comerciantes del lugar, sus verdaderos pobladores.
La reubicación, que en principio parecía esquiva y hasta imposible, se acordó en los mejores términos entre ellos y la Alcaldía. Desde ya se trabajan en los primeros puestos estacionarios que buscan llevar a sus propietarios de la condición del subempleo y la ilegalidad, a ser unos trabajadores con todas las de la ley.
No todo es color de rosa
A pesar de los intentos de la Alcaldía y de las autoridades encargadas por darle una nueva cara a la plaza, no todo pinta como debiera. Los primeros comerciantes que serán reubicados, los vendedores de flores, afirman que si bien les agrada todo aquello que contribuya al beneficio de la ciudad –situación a la que no se oponen-, su preocupación recae en el nuevo espacio designado para la exhibición de sus productos.
Luis Alfonso Álvarez, comerciante del sector, asegura que le inquieta pensar en el área futura que le espera unos metros adelante de la fachada de la iglesia. “Yo vendo flores, y ese es un producto que no puede exponerse al sol. A los dos días, la mercancía a la intemperie se daña”.
Por su parte, Wilfrido Llamas, enfatiza en que no sólo es inquietante el fogaje que se respira en la zona asignada para su reubicación. Asimismo, los reducidos tamaños de los exhibidores dejan pensando a este hombre en cómo deberá disponer su mercancía para que se adapte al espacio. De lo contrario, deberá alquilar un lugar donde pueda asegurarla por completo.
Fotografías: Jorge Payares
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