lunes, 11 de junio de 2012

Bajo el lente del recuerdo

Este artículo fue publicado en el diario El Heraldo, el 10/06/12

Esta fotaza (y las demás) la captó el lente inspirado de mi amigo Jairo Rendón


Diego Cardona Acevedo no revela su edad, pero dice ser ‘señorito’. Pasa los días en un kiosco de 2x2 metros cuadrados que se halla debajo del puente del parque Suri Salcedo. Hace 20 años habita en ese espacio enchapado de paredes rústicas que emulan la corteza de un árbol. Una ventana marrón de madera y un letrero desvencijado en lo alto del lugar, pintado de azul desteñido y con la palabra ‘Fotógrafos’ grabada con vinilo negro casi ilegible sirven de fachada para ese rinconcito, donde parece que el tiempo se ha detenido.

Allí, Diego acuna sus más íntimos tesoros: una colección de cámaras análogas de vieja data que revelan su consagración a un arte que siente y defiende con vehemencia: la fotografía. Una Kodak de 10x cuelga de su pecho y ya es una extensión de su cuerpo. Gorra hacia atrás y cámara en mano, recorre la ciudad en busca de clientes, de trabajo, porque “yo voy a la montaña, mija”, dice con rotundidad.

Se la pasa caminando, trabajando en “cualquier cosa que salga”. A veces también lo van a buscar. Muchas personas ya saben cómo ubicarlo porque lleva 40 abriles en el oficio, como él mismo cuenta. Pese a que no pocos lo conocen, así como a su oficio, “los clientes se han perdido por la invasión de la cámara digital”. Ya no carga, como antes, los mil y un elementos decorativos que servían como estudio fotográfico improvisado. Prueba de ello es el inflable cada vez más desinflado que fue a parar como cachivache en su kiosco del Suri y que antes servía para retratar niños con sonrisas alegres en recuerdo de los meses y añitos que cumplían.

Arte sin artistas

Diego dice que la fotografía es mejor ahora, pero hay que estudiar para sacarle provecho. “El fotógrafo tiene que reinventarse, ser creativo. Mucho fotógrafo se ha retirado y lo ha hecho porque era fotógrafo de mercado, y la fotografía es arte y hay que vivirlo”.

Y además de sentir que es cada vez menos frecuente toparse con un colega que se apropie del oficio, aduce como otro responsable de la poca producción actual las ahora populares casas de fotografía.

Han monopolizado los insumos. Montar un laboratorio análogo hoy es casi imposible”, se lamenta. Acceder a los elementos necesarios para la toma y revelado de las instantáneas es una odisea si se piensa en los altos precios que hay que pagar por los papeles y los químicos. Las puertas se han ido cerrando, dejando abierta como única posibilidad el recurrir a dichos laboratorios para conseguir la imagen final. “El golpe más certero del fotógrafo no es la cámara digital, sino la química de la mafia de la fotografía”.

El otro responsable directo, según Diego, del deterioro de la labor es el ‘presidente periodista’, o Andrés Pastrana, quien abolió la tarjeta profesional. “Antes éramos una profesión respetada. Luchamos por tener nuestra tarjeta. Éramos más de 200 fotógrafos profesionales en el Círculo Colombiano de Reporteros Gráficos, pero llegó el ‘presidente periodista’ y nos tiró la tarjeta al piso”.

Diego espera que el retrato de los fotógrafos de profesión, de lucha, pase del monocromo blanco y negro y se tiña a color. Que la mejor postal que les quede sea enmarcada en las oportunidades que brinda el hoy.

1 comentario:

Antony Sampayo dijo...

Tus artículos son amenos, Andrea, me agradan.

Besos.