domingo, 14 de diciembre de 2014

Barranquilla se refina a la hora del té

Esta nota la escribí para los diarios ADN y El Tiempo Caribe, y fue publicada el 8 de abril de 2014.

Detalle de amor de Café Boutique, donde encontré un collar baroque para morirse. Les debo la foto. Esta al tomó mi tocaya Andrea Ortega.

Los cafés de la ciudad toman aires cada vez más románticos, cambiando la experiencia de un momento entre amigas, por ejemplo, en torno a la bebida.

Barranquilla es una señoritona de aires románticos que tiene ganas de volver a irradiar la vanidad europea que la envolvió en su época dorada, cuando de la Arenosa pasó de ser la Puerta de Oro gracias a una pujanza vívida que vino de la mano de las oleadas de inmigración.

Cuando italianos, franceses, alemanes y españoles terminaron en esta esquina suramericana, sembraron en esta tierra un influjo artístico único, que se fusionó con las formas autóctonas para crear una amalgama única sugerida, por ejemplo, en el contraste del señorío arquitectónico Barrio Abajo con el colorido de sus fachadas.

Barranquilla no olvida eso que la distinguió, y en su afán por volver a acaparar miradas y en camino a reconvertirse en la urbe cosmopolita que muchos tiene en su mente, ya muestra visos de volver a vestirse con la mejor de sus galas, al sorbo de una taza de té.

Café Boutique. 

Café Boutique comenzó a ‘bordar’ ese halo romántico desde diciembre del 2012, en la carrera 52 con calle 76. Giuliana Pezzano, su propietaria, es una diseñadora de modas y 'fashion stylist' que quiso abrir una ‘concept store’ (tienda de conceptos) en su ciudad natal, al mejor estilo de los locales italianos que visitó en su estadía en Milano, donde estudió.

Giuliana tomando té en su local
La moda, claramente, era lo esencial en su negocio, cuyo concepto es lo vintage. Pero algo llegó por añadidura para y terminó siendo la cereza del pastel: el café. Además de comercializar prendas y complementos que trae de todo el mundo y que van desde los $30.000 –que puede ser un esmalte único- hasta una cartera Chanel de US $1.800, alineó sillas de té en su local para brindar una experiencia diferente, alineada con esa atmósfera europea que quería lograr.

El Nespresso es el café que brinda a los clientes, que no necesariamente llegan por la moda, sino por tener un rato más íntimo entre amigas en este espacio acogedor. “Muchas vienen a tardear, a conversar tomándose un capuccino; hay otras que separan el espacio para hacer baby showers y cumpleaños a modo de tea party”.

Además del Nespresso, que da la oportunidad de elegir entre 16 cápsulas de café de diferentes partes del mundo según la intensidad, los dips son las estrellas del menú “porque son lo más gourmet, lo más saludable y una combinación ideal para una taza de latte, machiatto o espresso”.

Por lo lindo y refinado, se ha labrado la concepción de que para visitar sitios así se requiere una gran inversión, pero no. Una taza de espresso cuesta $2.800, mientras que el cáfe más costoso que se puede probar es un capuccino, el más pedido, a $4.000.

Los dips son un homenaje a la amistad: vienen para compartir. Una porción para entre cuatro y seis personas (servidas en copas, suntuosamente) del Giardini di Versailles cuesta $13.000.
Detalle de adornos y bebidas que se ofrecen
En el lugar suelen organizarse 'trunk shows' a modo de 'tea party'
Una clienta que siempre recuerdan en Café Boutique: Silvia Tcherassi, devota al Nespresso


Le Jardin. 

Le Jardin también tiene lo suyo, pero para hablar de él hay que pasar de ‘concept store’ a café bistro, que viene de la denominación francesa bistró, usada referirse pequeños establecimientos populares de Francia donde se sirven café, quesos y otras bebidas, así como otras comidas ligeras, a precios económicos.

Lo lindo no tiene que ser necesariamente costoso, y Ana Cristina Bojanini, la artista plástica barranquillera, lo ha entendido así en su nuevo ‘taller’, ubicado al lado de su galería, en la calle 79 con carrera 51. Uno donde las pinturas y la resina quedan a un lado, para dejar ‘florecer’ un ambiente acogedor al tiempo que se degustan platos únicos y un precio ‘democrático’.

Le Jardin cuenta con tazas de té pintadas por Ana Cristina Bojanini.
Su hija Joelle es la autora de los menús, pintados a mano.
También hay que contar los cojines, las lámparas...
Del techo de Le Jardin cuelgan unas burbujas de luz que, sumadas al jazz que envuelve el lugar, podrían asustar el bolsillo de muchos. La carta, que muchos no querrían tocar, es lo realmente tranquilizador y apetecido.

Los espressos, de $2.500, o los lattes, de $4.000, hacen pareja a ma’amoules –una especie de postre- de pátil y nueces, o de pistachos con azahar, o de agua de rosas, que tiene un valor de $6.500. “Es algo muy de la casa”, explica Bojanini, quien se encargó, junto a Olga María Salcedo, la anfitriona del lugar, de diseñar un menú corto, pero sustancioso.

Los crepes no faltan y rondan los $17.000, así como los sándwiches, que también hacen parte de una carta de colores pintada a mano con el sello Bojanini. El helado de la casa, con merengue y almendras, es el consentido de Le Jardin, aunque otro le compite fuertemente: el Allegra, un helado hecho con las auténticas alegrías curramberas, a $12.000.

La carta de postres es bastante rica, con gran influencia árabe

Feffy’s. 

En Feffy’s, una bicicleta vintage colgada en la pared avisa que, en ese espacio, el gusto por lo romántico es la regla. Paredes azules, flores blancas y vajillas de colección son compañía para quienes llegan a este lugar, en la esquina de la carrera 59C con calle 81, a tomarse un café o a morder un cupcake.

Los clientes, como en la mayoría de este tipo de locales, van desde el público juvenil hasta los adultos mayores. Aunque allá, las niñas son las invitadas de honor. Las fiestas infantiles se convirtieron en ‘tea parties’ y los cumpleaños se celebran alrededor de una tanda de ponquecitos decorados, “porque creen que están en un castillo de princesas”, cuenta su propietaria Estefany Saumet.

Este juego de té es un primor. Nadie quiere irse sin una foto.
Hace seis meses abrió este local, un templo dedicado a sus pasiones: la pastelería y los objetos viejos, muchos de los cuales ha sacado de la calle y los ha restaurado para envolver en la atmósfera más ensoñadora posible su negocio. Lo más costoso de su carta es la especialidad, el mocca frapuccino, a ocho mil pesos.

El resto de la pastelería francesa, los pequeños pudincillos y las pizzetas oscilan entre los $2.000 y $7.000. “Una monareta”, como dice ella.

martes, 9 de diciembre de 2014

Artesanía de lujo bajo el sello Tcherassi

Les dejo aquí esta entrevista que hice a esta mujer de admirar, publicada por los diarios ADN y El Tiempo.

La diseñadora barranquillera, la cara más internacional de la moda colombiana, vuelve a apostarle a la manufactura nacional para ampliar su exitosa colección de accesorios y complementos.






Ya se le notaba, pero ahora lo corrobora. Silvia Tcherassi, como los grandes genios de la moda mundial, se rinde ante la exclusividad de una pieza elaborada a mano inigualablemente para llevar a la artesanía a su forma más sublime y así, hacer un trabajo de educación de manera implícita, en el que expone, con piezas de la mejor factura, el valor de un tejido ancestral, de las puntadas de una técnica indígena o de la intervención manual fusionada con materiales vanguardistas y aplicaciones de diseño.

Su nueva obra de arte se lleva del brazo, se llama canasto y tiene su inconfundible sello de perfección fashion. Las lentejuelas, cintas, canutillos y demás encantos que cuelgan del nuevo complemento Tcherassi hablan de una artesanía nacional con identidad, transformada y adaptada por quien sabe de moda para que el mundo la conozca. Para que Colombia entienda el potencial de su manufactura y se ubique en el radar de las grandes costuras latinoamericanas por obra y gracia de su diseñadora más internacional.

Usted le ha apostado a la artesanía de lujo en su concepto de moda. ¿Qué papel juegan las mochilas y ahora los canastos en su propuesta?
Siempre me ha gustado transformar piezas cotidianas, tradicionales, de uso diario, en algo extraordinario. Eso se pudo ver en las mochilas, que transformé por primera vez en prendas de lujo que incluso son coleccionadas y han generado toda una tendencia. Lo mismo pasa con los canastos, que a diferencia de las mochilas, están pensados para las ocasiones más casuales, pero que también están llenos de detalles y mucha pasión.
Piezas de lujo con un impecable trabajo manual

En sus clutches que homenajean a Cartagena y Barranquilla, la intervención era basada en fotografías y cristales Swarovski, que también están presentes en las mochilas. ¿Qué materiales se aprecian ahora en los canastos?
Las texturas siempre han formado parte de mi propuesta de moda. Y en los canastos he utilizado apliques de distintos materiales, además de incorporarles ciertos elementos, como charms, cintas, etcétera,  que le dan a cada uno su identidad.

¿En qué ciudades estará disponible esta colección de canastos? ¿Es limitada?
En todas mis boutiques. Teniendo en cuenta que la creación de texturas es realizada a mano utilizando materiales diversos que forman parte de mis archivos y mis colecciones y a cada uno le doy un “toque final”, podría decirse que son piezas únicas. No hay dos canastos iguales.

¿Seguirán las mochilas y clutches en sus planes luego de esta propuesta con canastos?
Claro que sí. El de las mochilas ha sido un proyecto bellísimo que ha tenido un impacto sorprendente en la promoción y difusión de la artesanía Wayúu y colombiana en general. Me siento comprometida con las comunidades que elaboran las mochilas que sirven de base para la intervención y juntos hemos aprendido y hemos perfeccionado nuestra técnica y nuestro trabajo. Los clutches son más bien conmemorativos, homenajes a Cartagena, a Barranquilla, celebraciones de nuestra cultura y nuestro colorido. Entonces, todos forman un componente importante de nuestra colección de accesorios.

Usted es la única diseñadora que tiene en Barranquilla un outlet permanente. ¿Es una manera de hacer su moda más democrática?
El outlet es una necesidad cuando tienes tu planta de producción, tu propia red de distribución y un manejo de inventarios muy dinámico. Pero en el caso mío, además es un espacio donde puedes encontrar prototipos de prendas que no salieron al mercado, piezas experimentales, es decir, es mucho más que prendas de la anterior colección.  Por tanto, como pueden contar quienes lo han visitado, es una verdadera caja de sorpresas. Está localizado al lado de mi boutique principal como prueba de que es algo especial.

Cartagena, territorio Tcherassi. Barranquilla, ‘coming soon’


Abanicos, el nuevo homenaje de Silvia a Cartagena
A propósito de su faceta como empresaria en el sector hotelero, ¿cuándo estará listo su nuevo hotel boutique en Cartagena y cuál es su oferta diferencial con la Mansión Tcherassi que ya existe?
Esperamos abrir puertas en el 2016. Este nuevo hotel tendrá 42 habitaciones, dos restaurantes,  un lounge-bar y un café. Y será el tercer hotel más grande del Centro Histórico de la ciudad, con un concepto que mezcla naturaleza, arquitectura y moda. Como bien dices, la actual locación en la Calle del Sargento Mayor se pasará a llamar Mansión Tcherassi, donde se atenderán huéspedes VIP con mayores requerimientos de privacidad.

En Barranquilla se han diluido los indicios que la señalaban como una candidata fuerte a ganar la concesión del hotel El Prado. Sin embargo, se está a la expectativa de los proyectos que pueda tener en la ciudad, en el sector de lo que será el Portal de Genovés. ¿Planea alguna construcción en esta zona?
En estos momentos estamos analizando distintas alternativas para un proyecto en Barranquilla que pensamos iniciar en el corto plazo. Cuando tengamos un proyecto con todos sus componentes configurados y su identidad definida, lo anunciaremos oficialmente.


Bonus track: La colección primavera-verano 2015 de Tcherassi es un deleite. Siluetas fluidas y estructuradas se ciñen a la cintura en tonos como el negro, el brazo y la gama de cobrizos. Tules y encajes se deshacen en las piezas, que se valen de cinturones recamados para marcar la cintura, que hacen de la propuesta una oda a la feminidad en tiempos de vanguardia, una sensualidad elegante. Bordados y texturas juegan a ser filigrana sobre cada prenda.





martes, 18 de noviembre de 2014

Cucayo, un tributo a la cultura popular barranquiller

Hay que ir a comer a este templo barranquillero, el que reseñé para la revista Sí, de El Heraldo, hace un año. No hay presa mala, ni mucho menos rincón perdido. Todo es goce.

Uno no sabe qué mirar primero. Si la Barra Juniorista, a modo de la propia frutera, o el Expreso Cucayo, con torniquete a bordo. Los culpables del enredo visual: la ‘Liga gráfica’, un grupo de señores de varios municipios del Atlántico que se han dedicado toda su vida al arte popular que inunda las calles de Barranquilla de color, y que ahora están bajo las mismas coordenadas, debajo de un palo de almendra enorme, como mandado a poner en la terraza del lugar.

Ellos se encargaron de condensar los rasgos más autóctonos de Curramba en una explosión gastronómica vestida de fiesta eterna, o sea, el resumen de esta ciudad, festiva por excelencia.

Un servilletero muy picotero
Pero pongámosle orden al asunto. Para empezar, hay que hacer una lista de las cosas que hace años no se veían. Los chocoritos, esos juguetes minúsculos que se gastaban la infancia, ahora son los recipientes donde se sirven los aderezos. Un carroemula en cerámica y el edificio Miss Universo, partido en dos, como queriendo crear una versión de las Torres Gemelas barranquilleras, son el servilletero y salero/pimentero, respectivamente, y son creación de Luis Carlos Asís, artesano del taller Carnaval Tradicional. Estos infaltables de la mesa también tienen su versión picotera, un modelo a escala del Cucayo Estereo Láser, el nuevo lienzo de William Gutiérrez.

Este señor de 54 años, residente del barrio Santo Domingo de Guzmán, pintó en un par de días el lienzo tropical neón que invita al goce pleno, “el más pegao”: la rockola popular que le pone el sabor melódico a Cucayo. Los dibujos que más le solicitan son los que sirven para alcahuetear una verbena al amanecer, los que identifican a los picós más reconocidos de la ciudad con pinceladas fosforescentes.

Un giro de 90° alrededor de su máquina musical para darse de frente con mecedores tejidos y mesas que chillan un arcoíris costeño. Estas últimas, pintadas con aerógrafo, muestran los rostros de las glorias del deporte local hechas por El Zurdo. Cada vuelta multicolor de las cuerdas sintéticas que forran las sillas fue dada por Aquiles Escorcia, un personaje de esos que ya poco se encuentran en las calles, con carretes de plástico al hombro para reparar el gastado espaldar de la silla de visitas.

El único bus que no va en la hoja. Se entra sin pagar.
No hay un detalle suelto. Todo está fríamente calculado, como en el bus del fondo. Sí, un bus dentro de un restaurante, que ambientaron las curiosas manos de David Pinto, graduado en ningún lado de Estética Busetera, pero diestro en el arte de marcar ventanas, hacer mosaicos en los techos de los automotores y acomodar asientos y torniquete para recrear el propio bus barranquillero. Claro, sin excesos de velocidad y paradas a destiempo.

La próxima frenada es la KZ, un templo sagrado a los intérpretes ilustres de la banda sonora popular del Caribe, o, dicho uno a uno, el recinto donde aún viven Joe Arroyo, Esthercita Forero, Pacho Galán, la Niña Emilia, Rafael Orozco, y otros que aún nos acompañan, como Diomedes Díaz, Pedro Ramayá, Iván Villazón, Poncho Zuleta… sus rostros fueron trazados por Emiro Sarmiento, de Malambo, de 71 años, de sensibilidad en el pulso, de cuadros por encargo.

Emiro Sarmiento, el 'papá' de la K-Z
A Sarmiento, como le dicen, lo metió en el cuento Añepracso, u Óscar Peña (nótese el palíndromo de su nombre artístico), el más famoso rotulador de avisos de verbenas de la ciudad, el especialista en tipografía picotera, el que invita, cada semana, con su puño y letra, a los toques de las bestias musicales. “Como tengo la costumbre de firmar mis avisos, hasta me llaman preguntándome que a qué hora es la verbena”. Él también estampó mesas con su arte.

En el fondo de Cucayo, en este recinto que hace las veces de caldero multicolor con forma de restaurante, cuatro ojos enormes y amarillos miran sin parpadear. Las lámparas inertes del tigre y del torito anuncian que se ha llegado a la Casa del Carnaval, donde burro, puloy, monocuco y marimonda encabezan el despelote gastronómico. Porque solo después de apreciar totalmente este palacio currambero es que se puede sentar uno tranquilo a comerse una entrada de butifarra o de arepa e’ huevo. Pedir algo diferente a agua e’ panela o un jugo de corozo es casi una blasfemia en Cucayo. Aquí se viene a pedir algo de la casa, como una mojarra con arroz de coco, o un buen sancocho de mondongo.

Nancy Cabrera, una de las dueñas del restaurante, asegura que “sería un atrevimiento decir que yo hice el menú”. La carta fue hecha basada en la idiosincrasia y en las costumbres gastronómicas locales. “El chef principal es Barrranquilla”. Es un compendio de tradiciones culinarias que se nutre día a día.

Para que queden antojados...
Y es que en la gran oferta gastronómica local reciente, que ha tenido un boom desde hace unos cinco años, no se encontraba un sitio con las características de Cucayo, dicharachero y monocuco, directo al paladar.

Los encargados de transformar el lugar en el templo iconoclástico que salta a la vista fueron Johnny Insignares y Fernando Vengoechea, de Todo Mono. “Ellos son los genios detrás del concepto”, los encargados de hacer visibles esos personajes que todos vemos a través de su arte, pero que pocos conocemos.

Del Caribe aflora, tierra encantadora, con mar y río una gran sociedad…que se come, que se mira, que se escucha, que se siente y que, ahora, se acuna en un universo pequeñito dentro de ella misma, que le rinde homenaje para recordar lo grande que es, aunque se nos olvide.

Esto, como el cucayo, promete pegarse.











domingo, 9 de noviembre de 2014

El ‘wayúu glam’ se expande a la medida barranquillera

Este artículo es la versión extensa de una mucho más corta que escribí para ADN Barranquilla, publicado el 14/08/2014.

Un par de marcas nuevas y locales se impulsan en el mercado de lujo de las mochilas. Silvia Tcherassi, otra barranquillera, fue la precursora.

Fue Silvia Tcherassi la precursora de la nueva estética wayúu, una en la que los hilos enhebrados por la etnia guajira dejaban su acostumbrada apariencia geométrica en las mochilas para revestirse de cristales Swarovski, lentejuelas, hilos de oro y otro tipo de intervenciones a partir de elementos y texturas difícilmente asociados al lenguaje artesanal de la comunidad indígena.

5.500 cristales Swarovski empezaron con la revolución de la mochila wayúu en manos de Silvia, la diseñadora de modas colombiana más internacional, y esa interpretación glamorosa de una pieza artesanal por excelencia sirvió para darle un vuelco al concepto de lo étnico en la moda, una tendencia que sana el escaso valor que se lo da a lo hecho a mano en el país y que está poniendo de cabeza esa premisa desde el estilo.
Lo de Silvia Tcherassi es de locos. No se sabe cuál mochila es más linda que la otra. La mía es rosada.

Otra barranquilla, Cristina Ruiseco, es una de las exponentes del llamado ‘wayúu glam’ desde una mirada más universal. La base de sus creaciones, el tejido de una hebra que elaboran las indígenas guajiras, termina recubierto de bordados, pedrería, cristales, flecos, monedas y pasamanería fina, convirtiendo el bolso en una pieza artesanal con rasgos de todas partes del mundo, pues los elementos que usa en la decoración son traídos de Grecia, China, India, Turquía, entre otros destinos, mientras que los herrajes son importados desde Italia.

“Quería llevar algo de Colombia a todas partes del mundo, pero quería fuera algo más que una artesanía: quería que fuera chic”, cuenta Ruiseco, una amante de la versatilidad, la geometría y la combinación de tonos que le da la comunidad wayúu a su trabajo. Su marca, Mochilas Miss G Bags, surgió hace ocho meses como “un ensayo para estar junto a mi hija Gabriela y compartir momentos para desarrollar el arte”, que ya había probado en el paisajismo y en el diseño de interiores.

Así han nacido 420 piezas únicas, hechas a mano 100%, que son “una joya en la mano y se mueven al caminar”. Las borlas finas, las asas delgadas y los herrajes que usa son el sello característico de su firma, que ha encontrado en los caftanes un complemento ideal para cualquier escenario y ocasión, haciendo gala de la versatilidad y la comodidad.

Cristina Ruiseco y sus mochilas únicas. De verdad que lo son.
Aunque podrían parecer más costosas y están a la altura para competir con los cientos y miles dólares de una mochila de Tcherassi, Diane von Furstenberg u Óscar de la Renta –quienes también han reinterpretado el bolso-, su precio oscila entre los $250.000 y los $400.000, dependiendo de la cristalería y los apliques que se usen en su elaboración. Se pueden conseguir en la tienda Vanessa Thewlis, en la carrera 52 con calle 76, en Barranquilla, y también en Cartagena, en Mia Concept. Las redes sociales, Facebook e Instagram (@mochilasmissgbags), son su mejor catálogo.

Si bien La Guajira pone la mano de obra primaria en la confección de estos bolsos únicos, Barranquilla se ha encargado de sumar diseñadoras que las reinventen. También está Annie Pérez, con su marca WayuuLifestyle, en el radar de la moda étnica nacional e internacional. Currambera residenciada en Canadá, allá nace su “sueño de llevar a todo el mundo lo bello que tenemos desde una firma vanguardista”.

Estando en el otro hemisferio, Annie, amante de las mochilas desde siempre, fue interrogada por su mamá sobre una posible comercialización de esta prenda en Norteamérica, y en un abrir y cerrar de ojos, sin haber vendido antes en ninguna otra plataforma, terminó haciendo la apertura oficial de su firma en Carassauga, un festival de culturas con pabellones de todos los continentes, incluyendo América Latina, y en el que la barranquillera vendió el 80% de los bolsos que mandó a encargar desde Colombia. “En junio del año pasado decidí abrir Instagram, el cual tiene hoy 25.700 seguidores”, muchos de ellos artistas como Carlos Vives, Paula Andrea Betancourt, Gaby Espino, Carolina Cruz, entre otros, quienes suelen llevar sus creaciones, que se han extendido a clutches.

Una belleza de WayuuLifeStyle
Taches, cristales y mostacillas checas se trasladan a los hilos de las mochilas para personalizar piezas artesanales por pedido de los clientes, “un toque de lujo a una obra de arte”. De La Guajira, una vez hiladas, pasan a Medellín, donde la mamá de Pérez supervisa la ornamentación. “El proceso de decoración de cristal es muy cuidadoso, en detalles y pulimiento de cada pieza”, y es el paso más delicado, que culmina con productos de lujo desde los $120.000 hasta los $450.000.


A recorrer el mundo. 

El modelo 'Begonia', de Santificada Wayuu.

Tanto Miss G Bags como WayuuLifestyle han hecho la exportación como una realidad. La primera está muy fuerte en el mercado de las islas del Caribe y Miami, además de tener comercialización en Francia, Italia y Dubai, “donde encanta lo cargado, lo ostentoso”, según explica Cristina Ruiseco. Caso contrario ocurre en París, donde prefieren las creaciones más sencillas. Annie Pérez, por su parte, ha logrado llevar su sello a Miami, África, Brasil, Ecuador, Venezuela, Reino Unido, Canadá y Dubai. Ambas, barranquilleras y tenaces, en poco menos de un año.

Se abre el mercado. No solo Barranquilla se especializa en la producción de este nuevo lujo, también marcas como Santificada Wayuu, una marca bumanguesa fundada por Viviana Álvarez, quien también ha sabido reinterpretar el legado indígena en piezas de colección que ya han estado en macrorruedas de negocios y ferias de moda nacionales como Plataforma K, Colombiamoda, Cali Exposhow...


Bonus Track: Las pulseras de Silvia Tcherassi, que no necesitan presentación, sino verlas:



domingo, 26 de octubre de 2014

Edgardo Osorio, nuestro niño prodigio de la moda



Este artículo lo escribí para el diario El Heraldo a propósito de la celebración del Bicentenario de Barranquilla, el 7 de abril de 2013. Le pedí a Silvia Tcherassi y a Francesca Miranda que me dieran el nombre de quien consideraban el talento de la moda barranquillera del futuro y no pudieron darme un mejor candidato, que posiblemente esté fuera de concurso. Lo llamé a Nueva York, en medio de su apretada agenda, y es una de las entrevistas más cálidas y chistosas que he hecho en mi vida. ¡Tipazo!

Una piña le recuerda de donde vino. Piña de oro que brilla como el Sol, su leal aliado, y que contrasta  con el agua azul de su Aquazzura. Piña tropical, que sella la anatomía de sus creaciones, su estampa diferencial. Piña que es una apología a Colombia, a las palenqueras de Barranquilla y Cartagena, a frutas llenas de color.

Necesita ese recuerdo cálido para llevar el swing latino a sus creaciones de punta y tacón, para mezclarlo con la sofisticación europea, la estética italiana, la dolce vita de los 60 y subir, a la mujer, a un viaje sin regreso donde la sensualidad conduce. La elegancia viene del Viejo Continente; lo sexy corresponde a este lado del hemisferio.

Edgardo Osorio es tan barranquillero como los jugos que hoy extraña desde cualquier latitud, en invierno o en verano, en Londres o en Milán. Decir que a los 18 años ya trabajaba para Salvatore Ferragamo le dará una idea de su magia para diseñar zapatos, que como piezas de colección, soportan el imaginario de Aquazzura, su marca, la misma que ha sido reseña en varias decenas de revistas internacionales de la talla de Elle, Vogue, Bazaar, Marie Claire, por mencionar algunas, gracias a su magistral propuesta.


Edgardo tiene 27 años... ¡just 27!
“Es una marca colombo-italiana porque está en Italia, pero mis raíces son las mías y son parte de lo que enriquece y lo que hace que mi marca sea lo que es y que mi estilo sea lo que es”. Tiene su gusto claro.

Empezó su carrera en el diseño a los 14 años, luego de una corta estadía en Londres, donde llegó a estudiar gracias al apoyo de su familia. “Cuando regresé tenía algunos trabajos y Francesca Miranda me dio la oportunidad de trabajar con ella. Yo prácticamente salía del colegio a trabajar con ella todos los días, por casi tres años”, explica.

Terminó su bachillerato en el colegio Parrish y viajó a la capital británica, nuevamente. Esta vez a estudiar en la Central Saint Martins, institución que abandonó para enfilarse en el equipo creativo de Ferragamo. Allí llegó por un contacto que había hecho tiempo atrás, en Milán, en un desfile de Francesca. Se mudó a Florencia, abrió su propia empresa de consultoría de moda y trabajó con más de 20 marcas.

Siguió boceteando, haciendo contactos, y Roberto Cavalli para que trabajara a su lado. “Me volví el director de accesorios de zapatos a los 23 años”, me cuenta, al tiempo que me reitera su desmedido gusto por el Sol y los colores, que se convierten en inspiración permanente.

Se ríe mucho. Se le olvidan las preguntas. “Y yo soy hablador, en eso sí soy súper barranquillero, yo sí hablo”. Y se le sale un “ajá” en medio de la conversación. Edgardo ha logrado a los 27 años lo que a muchos les cuesta casi una vida entera. Es un prodigio en el campo, una promisoria figura de la moda barranquillera. Un personaje que se atreve y que piensa que  la moda no debe ser tan intelectualizada.


“Siempre estoy pensando en el próximo zapato, no en el primero”. Él va un paso adelante, de la mano de un cosmos que viene en forma de plataforma, sandalia o tacón.



Aquazzura feat Olivia Palermo

La moda regala alianzas de ensueño, como H&M y Karl Lagerfeld, o Louis Vuitton y Takashi Murakami, Altuzarra para Target, Silvia Tcherassi y Payless...y ahora, Edgardo Osorio se une a esa oleada. Su amiga, su musa, Olivia Palermo, marca el paso de la nueva colección cápsula de su Aquazzura, con todo el allure de la socialité neoyorquina y su sentido agudo de la universalidad de la moda. Son 6 pares de taconazos con el habitual sex-appeal de la marca italiana vistos por los ojos de Olivia, quien usó cuero platinado, cachemira y ante para encerrar el pie en botines de lujo, sensuales 'pumps' e intrincados trenzados.

Desde el mes de septiembre está a la venta esta colección, la otoño-invierno 2014, que solo se consigue en 12 tiendas alrededor del mundo y online de manera exclusiva en la plataforma Net-a-porter.

miércoles, 22 de octubre de 2014

El hasta siempre silencioso de Óscar De la Renta

Escribí este artículo para ADN Barranquilla, el diario donde trabajo. Fue publicado el 22/10/14.

No fue hombre de escándalos, por eso tampoco se pavoneó de su partida y lo que ésta representaba. Recuerdos colombianos que dejó el diseñador latino más grande de todos los tiempos.

En la pasada Semana de la Moda de Nueva York.
Su última aparición pública.

A los genios solo les queda caer de pie, como a Óscar De la Renta. No tienen otra salida; no disponen de demasiado espacio para escoger el brillo. El dominicano, nacido en el seno de una familia acomodada y numerosa, eligió el arte desde siempre. La exploración de la pintura lo llevó a ahondar en las capas más misteriosas del género femenino para darle a la mujer exactamente lo que soñó en las fantasías.

Si todas han querido ser princesas ensoñadoras, dueñas de su propio cuento de hadas, De la Renta fue el mejor escritor de cuentos con tules, sedas, organzas y su inconfundible sello de romanticismo, rubricado en las letras cursivas que siempre fueron el telón de sus pasarelas. En la última que presentó, en septiembre, en Nueva York –no podía ser otro lugar que la ciudad que puso a sus pies-, la exquisitez de sus flores y su destreza con las siluetas hicieron que todas las miradas voltearan hacia él. Ya fuera en la última fila, en el ‘front row’, o a través de un smartphone. Todo el mundo quiere a Óscar De la Renta porque el planeta entero lo conoce.

Descifrar a la mujer hizo de quien fuera discípulo de Cristóbal Balenciaga (Guetaria, España, 1895- Valencia, España, 1972) el epítome del diseño latinoamericano por excelencia, y el responsable de que nuestro continente se ubicara en el radar ‘fashion’ mundial. Puso a la moda a hablar español cuando el francés era la lengua materna y el inglés se apoltronaba como segundo idioma del universo creativo. Se lo debía a Santo Domingo, capital de su República Dominicana, que lo trajo a la vida un 22 de julio de 1932.
Su paso por Elizabeth Arden, Lanvin y Balmain lo prepararon para hablar en primera persona, a su nombre, sobre la pasarela, fundando su sello. Fue cuando el esplendor y drama de sus cortes tocaron techo, cuando se vinieron los icónicos trajes de novia pintados de rosa pastel y azul. Los vestidos nupciales, la cereza del pastel De la Renta, vistieron desde rostros locales hasta los más envidiados del planeta.


 
Colección Bridal 2013. El romanticismo pintado de color.


María Isabel Dávila, reina del Carnaval 2006, se dio el lujo de casarse, hace tres años, con un clásico blanco del dominicano de su colección spring-summer de novias. Hace apenas unas semanas, Amal Alamudin, la heroína de carne y hueso que logró casar a George Clooney, usaba, sin saberlo, el que sería el último traje de matrimonio del “caballero de la moda”, como lo llamó su colega y amiga barranquillera Silvia Tcherassi.

'Marichy' con su traje de novia de Óscar De la Renta, comprado en la boutique de Miami.

A su paso por el Cali Exposhow del 2009, bailó salsa.
Pero Colombia tiene un recuerdo aún más auténtico del modisto. Fue en el 2009, en la capital del Valle, cuando la feria Cali Exposhow lo presentó como su invitado internacional y estelar. La modelo Norma Nivia cautivó al dominicano en el casting, que se sentó en primera fila para ver desfilar su colección Resort 2010, un verdadero privilegio si se tiene en cuenta que pocos creadores de su estatus presentan una propuesta completa para determinada estación en pasarelas especiales, como la de Cali. Por ese entonces bailó salsa y se sintió a gusto. Su sonrisa lo delataba.

Claro, estaba familiarizado con un país que lo conoció en persona en el 2000, cuando inauguró dicha edición de Colombiamoda, y luego volvió después para presentarle a esta parte del mundo lo que era hacer Alta Costura para Balmain. Una sinfonía del color anclada a su alma latina y caribeña, para la que nunca parpadeó.

En septiembre pasado, bajo el cielo neoyorquino que siempre brilló para él, cuando apareció delante de ese mural de flores con las que le encantaba vestir sus desfiles, ya se le vio algo desanimado. La semana pasada, un anuncio ligeramente anticipado debió avisar que algo iba mal: De la Renta dejaba en manos de Peter Copping la dirección creativa de su firma. Este lunes, en Kent, Connecticut, su corazón apasionado por la moda y la elegancia se echó a dormir. 

Es que ya el cáncer, con el que fue diagnosticado en el 2006, había hecho mella. Un paso a un lado y un retiro con la factura de sus mejores galas. Óscar De la Renta no pronunció la palabra ‘despedida’ porque nunca se irá. Para caer de pie es necesario eternizarse. Ya el gran Óscar pasó el examen.



Un caribeño de Alta Costura

Si tal vez algo le quedó pendiente al modisto fue el hecho de entrar con su firma personal a la Cámara de la Alta Costura Parisina. Lo hizo mientras estuvo en Balmain, pero no como Óscar De la Renta, algo que hubiera marcado un hito en la historia del máximo organismo de la Haute Couture mundial, puesto que habría supuesto ser la primera marca netamente latina en sus filas. Al respecto, Silvia Tcherassi, amiga personal del diseñador dominicano, da su opinión.

¿Cree que se les dificulta a los diseñadores latinos entrar en calidad de invitados a la Cámara de la Alta Costura de París con la muerte de De la Renta?
Recordemos que Óscar De la Renta fue director creativo de Pierre Balmain y presentaba sus colecciones en el calendario de la Alta Costura y fueron siempre bien recibidas. La Cámara de la Alta Costura siempre ha sido abierta a no franceses. Y estoy segura de que si Oscar hubiera solicitado su inclusión a título personal, lo hubieran aceptado. El hecho que esta misma Cámara me hubiera invitado a presentar mi colección pret-a-porter  en el calendario de la Semana de la Moda de París es la mejor prueba de que valoran el talento latino.

“Siempre estaré agradecida por haber propuesto mi nombre para Balmain”: Silvia Tcherassi

Al preguntarle a Silvia Tcherassi por el retrato que deja en su mente Óscar De la Renta, se nota su corazón puesto en cada una de las palabras por dibujarlo. “Siempre recordaré de Óscar su sonrisa y su calidez. Era un hombre impecable y exquisito, un caribeño excepcional.  Una persona orgullosa de su cultura latina, y era el embajador no solo de República Dominicana, sino de América Latina. Siempre será una inspiración como persona y profesional. Además, siempre estaré agradecida por haber propuesto mi nombre para ser la directora creativa de la colección ready to wear de Balmain. Me siento honrada de haber sido su amiga y que él también lo sintiera así. Me acuerdo cuando lo entrevistaron en La W y le preguntaron por Colombia y dijo que tenía dos amigos en Colombia: Julio Mario Santodomingo y Silvia Tcherassi.