domingo, 29 de abril de 2012

Lo que las palabras no alcanzan a decir


Este lindo retrato es de Cristian Mercado
Solo hay que alzar las manos y sacudirlas. Fuerte. Que se sientan las ganas, que parezca que llueven dedos de la emoción. Ellos sabrán que lo han hecho bien, que lograron sacarle al público un aplauso prorrumpido sin juntar las palmas, porque así es que aprendieron a celebrar. No hay gritos de emoción. Sobran los gestos de alegría.

Los 120 niños con limitación auditiva del Centro de Educación y Rehabilitación de la Audición y el Lenguaje, Ceral, presentan diferentes niveles de sordera: hay sordos profundos, sordos con ayuda (audífonos), hipoacúsicos e implantados (aquellos que se valen de implante coclear). Algunos también han sido rehabilitados por la fonoaudióloga de la institución, quien regularmente les hace valoraciones para comprobar el avance que debe verse reflejado luego de los procesos de aprendizaje.

Ellos comparten aulas con poco más de 60 estudiantes oyentes que van a su ritmo en las clases. Las políticas de inclusión educativa se han desarrollado a la inversa: son los alumnos sanos quienes se han ido sumando poco a poco.

Juntos han logrado establecer los parámetros tácitos de un entendimiento ideal: entre gestos, palabras a medio pronunciar y sobre todo, sonrisas.

Y esta foto es de Jairo Rendón (al igual que las
de debajo)
Ese oleaje de manos que se alzó luego de la presentación de los chicos en el VIII Encuentro Intercolegial de Letanías, en el marco del Día del Idioma, fue gracias a ese perfecto engranaje entre voces y gestos.

Basan su infancia y amistad en una simbiosis de sonidos y mímicas, con los que recrean el mundo y se vuelven dueños de él.


Sordos, chicos y felices. 

Con manos y dedos recrean el mundo. Verbos y sustantivos vienen cifrados en lenguaje dactilológico (señas con los dedos), pero no menos entendibles por esta razón.

No es necesario hacer la salvedad de que son niños normales. Lo son y se nota. Ríen, lloran y hasta bailan. Danzan por las vibraciones del sonido y llevan el ritmo mejor que muchos oyentes.

Su fuerte es el lenguaje de los gestos, el que, más allá de las barreras idiomáticas, puede traducir las más inimaginables y ambiguas palabras, situaciones y/o sentimientos.

Son una comunidad minoritaria con lengua propia. En la Ley 324 de 1996, conocida como la ‘Ley del sordo’, se definieron los términos para referirse a la población sorda nacional y se decretaron los artículos que sustentan sus garantías.

Viven su niñez al máximo. 


Aunque suene cliché, la limitación en su aparato auditivo no tiene nada que ver con lo lejos que pueden llegar. Corren, saltan e incluso, gritan. Se confunden entre aquellos que sí logran escuchar y se sienten como ellos.

Son felices porque nada los detiene. No hay ‘peros’ que valgan, ni ‘casi’ para quedar conformes.

lunes, 23 de abril de 2012

Historias de tinta y papel

Este artículo fue publicado el 23/04/12 en el diario El Heraldo. Las fotos son de Jairo Rendón y Christian Mercado.

Son historias dormidas entre páginas. Entre estantes y libros donde reposan años y personajes que se han confundido con los retratos ficticios que nacen de la literatura y que han construido un relato propio. Rostros, anécdotas y vida que laten en el mundo donde todo es posible; donde las letras transportan a lugares incognoscibles y enseñan amores alejados de lo humano, odios perpetuos, pasiones impetuosas e historias divinas.

Estos libritos tienen más de un siglo de existencia. Se deben agarrar
 con especial cuidado. La foto la tomó mi amigo Jairo Rendón :)
Las bibliotecas, esos lugares –casi monumentos- donde se amontonan años de sapiencia y conocimiento, tienen la fama de haber perdido auge entre el público, por la vertiginosa vía de avance de la tecnología y por el rumor popular de que “la gente ya no lee”. Sin embargo, su existencia habla por sí sola y da cuenta de que aún son vitales en la cotidianidad y que la evolución de oferta es lo que las mantendrán vigentes.

Miguel Iriarte, director de la Biblioteca Piloto del Caribe, señala que “las bibliotecas de hoy tienen que promover la cultura, sensibilizar al público, tener publicaciones que alimenten y sustenten su labor”.

Por su parte Beatriz Aguilar, coordinadora de la Biblioteca Departamental Meira del Mar, destaca la labor de estos espacios en los municipios, donde se hace urgente crear un medio de entretención, esparcimiento y educación, que fácilmente puede ser suplido por las bibliotecas.


El veterano de la Departamental

Un ángulo muy bonito del veterano
Todos los días llega a las 10 de la mañana. Se sienta en el rincón que le apetezca y se prepara disfrutar de las páginas que lo llevan hasta ahí y que lo tendrán absorto en ellas casi hasta las 4 de la tarde, cuando se marche a esperar el día siguiente. Son quince años cumpliendo, cual ritual sagrado e ineludible, la rutina de ir cada día a la Biblioteca Pública Departamental Meira Del Mar.

Gustavo Taboada Mendoza dice que, en estos momentos, tiene 73 años. Y lo dice al mejor estilo de Gabo, quien siempre hiperbólico, lograba la respuesta cómica de sus interlocutores. Habla en términos económicos, lo que revela la profesión que escogió y la que cursó en la Universidad del Atlántico. Es amante de la filosofía, el esoterismo y el péndulo. Lee de esos temas y literatura clásica y contemporánea y sus favoritos son Albert Camus, Jorge Luis Borges,  William Faulkner, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde y, por supuesto, Gabriel García Márquez.

“Soy como los perros de buena raza: solo como una vez al día”, asegura. La cena y dos tintos al día son suficientes para su apetito. Los libros son el plato suculento para saciar su hambre lectora. Y ese espíritu de lector voraz se inflama al recordar su viaje a París, cuando paseó por los pasillos de la Biblioteca François-Mitterrand, un paraíso terrenal en cuanto a estanterías literarias se refiere.

El señor Taboada, como lo conocen quienes trabajan y visitan a diario en la Biblioteca Departamental, es ya todo un personaje reconocido, respetado y querido en el lugar. Es, quizás, su más antiguo visitante y gestor y participante activo en las actividades culturales que allí se desarrollan. “El día que no venga lo mando a buscar”, dice entre risas Beatriz Aguilar, coordinadora de la biblioteca. 

En los pasillos de la Aduana

No sé ustedes, pero a  mí me encanta esta biblioteca. Es mi lugar
favorito de Barranquilla.

Caminar en medio de la simetría arquitectónica de la Biblioteca Piloto del Caribe es casi sentir y saber que entre la madera, las molduras y las luces, vive uno de los recintos más emblemáticos de la ciudad. Una atmósfera placentera apenas ideal para disfrutar de los siglos de conocimientos que descansan en los estantes.  

Estantes colmados de historia. Y no solo por la fantasía que reposa en sus líneas, sino por las memorias de los textos que allí se encuentran.

Los libros más viejos de la Biblioteca Piloto datan del siglo XIX, entre esos, uno de escrito por el ornitólogo Wirt Robinson, titulado A flying trip to the tropics (algo así como ‘A vuelo de pájaro’, en una traducción arbitraria); en el que ese teniente norteamericano narra su travesía por las ciudades del Caribe colombiano y otros lugares exóticos. Armando Dugand lo compró en Nueva York en 1955 y fue a parar a la biblioteca en una de las colecciones que alguien donó.

Solo un libro de la dotación de casi 40.000 textos de la Piloto descansa en la caja fuerte de la Piloto: la primera edición de Cien años de soledad, impresa en Argentina. Una reliquia a conservar. También hay otra versión de este clásico de la literatura universal bastante particular: un libro delgado de tapas moradas, traducido al nipón.

Pero en la biblioteca no es todo papel y tinta. Las nuevas tecnologías han hecho que se reinvente el modo de captación y acercamiento a los usuarios: www.bibliotecapiloto.wordpress.com es el blog que hace las veces de puente entre lo físico y lo virtual, que entrega posibilidades de acercamiento a la lectura, ya sea en los tradicionales libros o los novedosos computadores.  
Uno de los libros más preciados: el
del viaje del marino por la Costa.
Y esta foto es porque me encanta
Shakespeare :)

Rafael Pombo, el poeta de siempre


Es el centenario de la muerte del escritor colombiano y no hay mejor fecha para recordarlo que hoy. El Ministerio de Cultura, a través decreto 173 de 2012, abre la celebración nacional para recordar y releer a este gran poeta y fabulista, de vital influencia en las letras nacionales y pionero de la literatura infantil latinoamericana.

Hoy, la invitación es a que todos se vuelquen a las bibliotecas, instituciones educativas o cualquier otro escenario para rememorar la obra de este gran exponente del arte colombiano, que conquistó generaciones pasadas y sigue siendo favorito de grandes y chicos por sus incontables e inolvidables personajes como Simón, el bobito, Pastorcita, La pobre viejecita y el Renacuajo paseador, entre otros.


El cuento de Better

John Better es un amigo y compañero al que le falta un tornillo, y esa lucidez lo hizo escribir este minicuento que hoy comparto:

Todos lo que leen
Todas  las tardes el muchacho negro llegaba a la biblioteca del centro, casi siempre vacía. Ese día terminó de leer un libro que venia consultando semanas antes y empezó otro inmediatamente. Poco a poco empezó a oscurecer, en algunos minutos cerrarían la biblioteca, entonces se levantó de su asiento y puso en marcha el plan. Subió las escaleras sin ser notado, y se encerró en una pequeña bodega en donde almacenaban cajas y utensilios de limpieza, allí estuvo y durmió un par de horas. Al  recordar, ya era muy entrada la madrugada, al bajar las escaleras quedó  sin palabras al ver lleno el gran salón de lectura con gente negra igual a él.

Y no podía desaprovechar la oportunidad y le dije a Jairo que por favor me tomara unas fotitos, y aquí están!!!! 



Escarbando a ver qué encontraba en mi sección favorita: los clásicos!!

¡Encontré a Wilde! ¡Maestro!

Una divertida ;)

Y mi amor: Shakespeare ♥

jueves, 19 de abril de 2012

George Daccarett, el ‘beatlemaníaco’ barranquillero

Esta nota fue publicada el 19/04/2012 en el diario El Heraldo de Barranquilla.

Fotografía de Christian Mercado para El Heraldo
Era un jovencito de pelo largo. El alma pintada de technicolor lo hacía soñar, casi delirar, con la banda de sus amores. Su imagen, justo al lado de la de sus compañeros, era un retrato que los estereotipaba como los rockeros locales más ‘cool’ de la época. Su ‘look’, su sonido y su pasión se resumían a una inspiración mutua: The Beatles.

Los descubrió entre viaje y viaje, entre rumores de conocidos que volvían a Barranquilla provenientes de Estados Unidos llenos de historias sobre la vida americana. Traían souvenirs, aparatos electrónicos y además, música.

El escarabajo (beetle, en inglés) dejó de ser, entonces, un insecto cualquiera del inmenso mundo animal, y vino a representar el nacimiento de un sueño de juventud: la Daccarett Blues Blend, mejor conocida como la Daccarett Blues Band.

Fue Twist and shout la que más los motivó a cantar covers del grupo inglés. George empezó a encargar los acetatos de los británicos a sus padres y a sus hermanos mayores en cada viaje. Junto con los integrantes de la Dacarett ( su hermano Joseph Daccarett, Javier Gutiérrez y Pipo Shaw) trataban de sintonizar emisoras extranjeras que sonaran la música de The Beatles. Así comenzó a conocer en detalle la prolífica carrera del grupo más importante de la historia de la música y a declarale su amor y fervor.

Lo que nació como un pasatiempo juvenil fue cobrando fuerza y se convirtió casi en un movimiento: cada vez eran más las presentaciones con su banda y los días de toque en ‘Papagallo’,  el bar más famoso de la ciudad por esos tiempos, se volvieron más frecuentes.

Enamoraba chicas con su ‘pinta’ y sus covers. Inluso, le ocurrió lo más gracioso que le puede pasar a un grupo local sin gloria ni fama: firmar autógrafos.

Su pasión por la música fue tal que terminó por eclipsar lo demás. Lo expulsaron, junto a su hermano Joseph, del colegio Parrish cuando cursaba octavo grado. “Me echaron porque no estudiaba y quería vivir en mi mundo musical”. Entró entonces al Sagrado Corazón, institución donde se graduó, con una disciplina casi militar: la mandaron a cortarse el cabello, a ponerse medias, a concentrarse en los estudios.

Pero la música jamás fue echada a un lado. “Si algo le agradezco a The Beatles es que  nos llevó a mi hermano y a mí por un camino muy sano”. No fue joven de problemas ni de discusiones. The Beatles fueron su norte y Paul McCartney su gran ídolo.

Paul McCartney fue mucho mejor compositor y cantante que John Lennon, así mucha gente diga lo contrario. Las canciones las firmaban ambos, pero lo que la gente no sabe es que quien la cantaba era quien la componía, y los grandes éxitos de The Beatles los canta McCartney”, asegura convencido.

Habla con propiedad porque sabe. Lleva años tras su huella, coleccionando discos, camisetas y todo lo que tenga que ver con la banda británica. “Aquí tengo estos ocho acetatos que encontré en mi ‘caja mágica’, luego de mucho buscar. Los demás deben estar por ahí bien refundidos, porque los cuido como un tesoro”. Las camisetas se las llevó todas su hijo Johan, quien heredó su vena musical y lo ratifica con su banda Los de Adentro.

El concierto soñado

La mejor experiencia musical de su vida, la vivió George de la mano de Paul McCartney hace ya una década. Estaba de viaje en Nueva Orleáns, cuando prendió el televisor de su habitación y en el canal interno del hotel anunciaron la presentación del ex Beatle al día siguiente en la ciudad. Salió corriendo a averiguar dónde podía conseguir la entrada hasta que dio con el lugar. La boleta le costó 200 dólares, no en la mejor localidad, pues ya estaban agotadas. “Fue un momento único, es una persona muy cálida. Recuerdo que invitó a tocar una canción a un músico que había encontrado la noche anterior en un bar de la ciudad y lo presentó ante el público”, narra emocionado.

En su iPod tiene más de 27.000 canciones. La discografía completa de The Beatles y Paul McCartney lo acompaña todo el tiempo. No puede hacer ejercicio en el gimnasio si no escucha música. Es un melómano de 24 horas. Ama el piano, el jazz, The Beatles… para él Yesterday es la mejor canción del mundo.






viernes, 6 de abril de 2012

Pasión y muerte para las hicoteas

Este artículo fue publicado en el diario El Heraldo el 02/04/12. Lo escribí en compañía de Jaime Vides, corresponsal del periódico en Sucre.

Fotografías de Cristian Mercado para El Heraldo

 
Cuando el verano devela las grandes extensiones de humedales, saltan los cazadores armados con chuzos que usan para detectar las especies escondidas entre la poca maleza que queda para desovar. El golpe seco de la estaca sobre su caparazón las delata y son atrapadas por las manos que terminarán por despojarlas de la estructura protectora que llevan a cuestas, para luego ser cocinadas a la sazón de una generosa olla de peltre, vendidas como el plato exótico con más demanda en los pueblos y ciudades de la Costa.

Por eso las hicoteas viven su propio vía crucis. El uso de agroquímicos que contaminan los cuerpos de agua, la deforestación y la presencia de otros animales que atentan contra su ecosistema acentúan la difícil situación de estas especies endémicas del Caribe colombiano. Pese a esto, nada es tan amenazante para las hicoteas como la caza indiscriminada a la que son sometidas por los humanos, el mayor depredador de esta familia de reptiles semiacuáticos que en tiempos de Cuaresma y Semana Santa, son consumidos a montón en los pueblos de la cuenca del Caribe. 

Dicha cultura tiene un arraigo religioso, pues la Iglesia Católica recomienda abstenerse de comer carne roja en los días santos. Este hecho, sumado a la abundancia de hicoteas en esta época en los humedales, agudiza la circunstancia del animal en la región, tal como lo explica Emiro Cordero, funcionario de la Corporación Autónoma Regional de la Mojana y el San Jorge Corpomojana.

Las hicoteas, más que un caparazón, llevan una cruz a cuestas.

Pedraza, pueblo acorazado

Pedraza es un pueblito de siete calles. Un pueblo que tuvo el agua ‘hasta el cuello’ y la marca de esa inundación, desatada el 27 de noviembre de 2010, está en cada pared del municipio. Justo al oriente de su jurisdicción descansa un lodazal, La Brava, que alberga una de las fuentes de sustento más importantes de esta población agrícola y pescadora: las hicoteas.

El camino a La Brava está empedrado de caparazones. La ciénaga, su tierra enlodada y sus ramajes verdosos, son cuna de nidos donde las especies de Trachemys callirostris callirostris  (nombre científico de las hicoteas) depositan los huevos. Allí llegan decenas de pescadores cada día -sobre todo el fin de semana- desde las cuatro de la madrugada, con redes y lanzas para apresar cuanta cría sea posible. El recorrido que hacen para llegar a su destino final es una especie de cementerio improvisado: a cada paso se pueden encontrar restos de animales que han muerto enfermos y otros que han sido cazados, que terminan por parar en la calle que conduce a la ciénaga.  Los caparazones de hicoteas saltan a la vista. Se confunden con piedras que han terminado allá por designio de la naturaleza, por los juegos infantiles o por el recuerdo latente de la inundación de la ola invernal de hace dos años. 
Una vez en la ciénaga y aun sin adentrarse en sus aguas, se pueden encontrar unos huequitos cavados por la destreza animal, repujados con barro para protegerlo, donde las hicoteas realizan el desove y dejan las futuras crías que postergarán su especie. Los cazadores han encontrado el método para identificar estos nidos y extraer los huevos antes de su desarrollo. El mismo golpe seco que revela la presencia del caparazón retumba cuando el desove está bajo tierra. Los nidales mejor librados no son extraídos de su hábitat por los cazadores, sin embargo, son altamente susceptibles a ser presas fáciles de lobos polleros, armadillos, burros, vacas, cerdos y hasta hormigas, que acaban por morder o pisar los senderos que refugian el desove. De este modo la supervivencia de los neonatos es peligrosamente baja, amenazando la reproducción de la especie, que de por sí se encuentra amenazada por la temporada de caza de cuaresma y Semana Santa, tiempos que coinciden con la época del año escogida por las hicoteas para poner sus huevos.

Las jornadas de caza son largas y extenuantes. Los pescadores salen antes de despuntar el alba abastecidos con los implementos de caza y se disponen a permanecer casi 12 horas en la húmeda atmósfera de la ciénaga. Si corren con suerte y salen en grupo pueden llegar a atrapar hasta 30 hicoteas. Si se va solo y la expedición es poco productiva, tres o cuatro animales es el promedio. 

Cada especie cazada es pagada entre 3.000 y 5.000 pesos al cazador, mientras que el último comprador la paga entre 20 y 30 mil pesos. Es el revendedor final quien se lleva la mejor parte de las ganancias y el comensal que la pide a la carta el que termina por degustar la carne de esta especie endémica que se encuentra en estado vulnerable según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN.

Los habitantes de Pedraza toman la caza de hicoteas por tradición familiar. Los hombres del pueblo aprendieron en la tierra caliente, en los caminos aún no descubiertos, en el paisaje pedestre que se alza en toda la zona. Los adultos de 50 años fueron alguna vez como los niños de 10 que hoy caminan orgullosos porque acaban de sacarle más de 40 huevos a siete iguanas que hallaron mientras jugaban. Conviven en medio de una agreste relación con el ambiente y los animales. No son capaces de dimensionar el daño irreparable que ocasionan al sacar de su hábitat natural a las especies que comparten con ellos en medio de la monotonía del pueblo.

San Marcos, en estado crítico

Eduardo Granados, un pescador de El Rabón dice jocosamente que transportar hicoteas por la carretera Majagual-San Marcos es como  el tráfico de droga, “eso es a punta de celular, hay que estar preguntando si hay retenes, por eso, muchas veces hay que llevarlas despresadas y bien camufladas”.

Esta escena es suficiente para enmarcar la realidad de ‘La perla del San Jorge’, como se le conoce a este municipio sucreño. San Marcos es, tal vez, el punto más crítico de la Costa cuando de caza de hicoteas se habla.

Emiro Cordero, de la sugerencia ambiental de Corpormojana, dice que son muchos los métodos que están utilizando para burlar el cerco de las autoridades. Algunos comercializadores le amarran las paticas para que, cuando los policías hagan la requisa, no pataleen y así no ser delatados; otros usan maletas de doble fondo: arriba llevan pescado y yuca, y abajo van las hicoteas despresadas.
En la región hay identificados ‘capos’ que se dedican a comprar la ‘mercancía’que llega a San Marcos y otros municipios procedentes de los humedales. Son ellos los que imponen el precio de cada hicotea. La mayoría de los compradores son de Montería, considerado el mejor mercado para vender los reptiles. Por el tráfico de estos animales 137 personas han sido capturadas este año, sin embargo la ley para estos casos tiene muchos vacíos y tuvieron que ser puestos en Libertad, explicó el coronel Orlando Polo Obispo, comandante de Policía de Sucre.

Solo en Sucre, en los últimos 25 días, la Policía ha decomisado 3.797 hicoteas que iban a ser comercializadas en las diferentes ciudades de la Costa. Las autoridades ambientales consideran que en los departamentos de la región se decomisan todos los años para esta temporada unas 37 mil hicoteas, siendo Sucre y Córdoba donde más se concentra el problema de la caza y comercialización. Sin embargo, esta cifra es únicamente lo que reportan las CAR y la Policía con base a los decomisos.

Pese a que aún hay caza, consumo y comercialización, los promedios han bajado considerablemente, pues hace más de 10 años llegaban a la zona de San Marcos y El Rabón pueblos enteros que hacían cambuches para durar hasta tres semanas cazando hicoteas y  luego salían  a venderlas. En esa zona las incautaciones eran hasta de 5 mil animales de esa especie en un solo operativo.

Las que logran decomisar son llevadas a la estación Crocodylia por parte de funcionarios de Corpomojana, para ser devueltas a su hábitat natural, pero el 15% mueren por maltrato explicó Carmen Acosta Bravo, funcionaria de la entidad que controla el medio ambiente en el sur de Sucre.

Un nido de hicoteas, recién nacidas las crías.
Para lograr un cambio veraz que responda al problema, las autoridades y ambientalistas plantean romper los mitos culturales y religiosos que hoy afloran en la cuaresma en relación con la alimentación; Intensificar las campañas educativas en la región y los controles policiales en zonas donde más prevalece la actividad de caza, consumo y comercialización. Entonces, cabe preguntarse ¿es posible, a base de jornadas de concientización dar la vuelta a una circunstancia que bordea las coyunturas sociales, culturales y económicas de casi una región? 

Mientras tanto, las hicoteas seguirán apareándose, reproduciéndose, desovando, si les es permitido. Además de su caparazón tienen que cargar la cruz de la posible extinción.



El plato más apetecido del menú costeño
Luego de ser transportadas apretujadas en sacos de fique, las hicoteas son ofertadas en los restaurantes como el plato exótico con más demanda en los pueblos y ciudades de la Costa. En El comedor de Mary, en plena zona de caza, ubicado entre San Marcos y Majagual, la carta del menú la encabeza la hicotea. Por cada cinco clientes que llegan, cuatro solicitan esa bandeja.
Así terminan las hicoteas. Foto de Jaime Vides.

Zonas de mayor comercialización de hicoteas
Las regiones del San Jorge y La Mojana, conformadas por los municipios de Sucre, Majagual, Guaranda, San Marcos, Caimito, La Villa y La Unión son consideradas junto con el bajo Sinú en Córdoba, los lugares de mayor consumo, caza y comercialización de hicoteas. Las ciudades con mayor demanda son, en su orden, Montería, Sincelejo, Barranquilla, Cartagena y Santa Marta.

jueves, 5 de abril de 2012

La dulce vida de la ‘reina’ Ceferina

Esta nota fue publicada en el diario El Heraldo el 04/04/12

Foto: Luis Rodríguez para El Heraldo





“Aló, ¿hablo con la Reina?” –“Sí, claro, aquí habla la Reina del dulce, para servirle”. Si esta afirmación rotunda no les parece suficiente para saber que hablan con la que puede ser, fácilmente, la más grande exponente de la gastronomía palenquera local, tendrán que acercarse a su puesto, en toda la entrada del estadio Elías Chegwin, para degustar alguno de los múltiples sabores que ofrece en su menú azucarado.

Ceferina Pérez Cassiani está muy cerca de ser una leyenda viviente. Todos saben que es la soberana que en la cocina hace y deshace para crear mil maravillas almidonadas apenas resistibles al paladar. Si se pregunta por ‘La Reina’ en el parque Suri Salcedo, a nadie le temblará el dedo para apuntar el lugar exacto donde se ubica, con un mesón largo atiborrado de tazas, a vender las creaciones gastronómicas que surgen de su ingenio.

Cuenta anécdotas al mejor estilo de las abuelas. Será porque tiene 21 nietos y, a veces, dice que tiene más porque parece haber perdido la cuenta. No es culpa de sus 65 años y de las canas que ya se asoman, es por eso de su don de gentes, de la sensibilidad que guarda y que la hace regalar títulos de familiares a aquellos que logran ganarse su afecto.

Es una reina de corona tejida en su cabeza. Un multicolor jamaiquino que delata sus raíces ancestrales la acompaña siempre y a donde va. Hace 26 años prepara dulces y tiene intacto en su mente el momento exacto en el que aprendió. “Cuando iba a los talleres de la Fundación Te Necesito, en Bajo Valle, los profesores dijeron: -Alcen el ‘deo’ las negras que sepan hacer dulces”. Solo siete mujeres, entre esas Ceferina, lograron levantar la mano con propiedad. Su mamá, Nicolasa Cassiani, solo sabía hacer dos: el de guandul y el de ñame, así que decidió irse al día siguiente muy temprano al mercado a comprar insumos para crear recetas. Pasó mezclando ingredientes toda la noche y el resultado de esa invención endulza hoy a todos los que pasan por su punto de venta.

Hace alarde de su creatividad y con razón. Su mente inquieta y sus manos trabajadoras la han llevado a ganarse el título de la mejor dulcera de Barranquilla en el Festival del Dulce 15 de las 27 veces que se ha realizado. Razón de sobra para ratificar su fama de ama y señora de delicias culinarias.

Reina con título

Enferma de la limpieza, la dulcera sensación de la ciudad realiza todo un ritual antes de empezar a preparar sus recetas: lava toda la casa, la brilla y encera hasta dejarla reluciente.

Dulce de uchuva, para los diabéticos
“Queda tan limpia que hasta me veo en los pisos” cuenta hiperbolizando una situación que recrea diariamente. Cuando Mábel Morales, periodista de Telecaribe, llegó a la casa de Ceferina, quedó impactada por la pulcritud del lugar. Pero además de la sorpresa que le causó la higiene de aquel hogar de Me Quejo, a Mábel la maravilló la cantidad de palanganas que encontró cargadas de dulces en el patio. “Ceferina, cuando uno llega a la casa de las negras que preparan estos platos se encuentra con 2 o 3 ollas, pero ¡tú tienes 10! de verdad que tú eres la Reina de los dulces”. Y así se quedó.

“Esta vieja es la patada, cuadro”, exclama Jorge Luis Coronel, un vendedor de Bonice del sector que tiene años de conocer a ‘La Negra’, como le dice. Acaba de posar para una foto mientas me concede la entrevista y su amigo Bonice a su aprobación: “Saliste linda, negra”.

Como él hay muchos que se acercan a abrazarla y besarla, “pero yo les digo que no me besen, que mi colonia es el humo”. Ya le ha tocado aprender a convivir con las muestras de cariño de quienes tienen la oportunidad de conocerla.


“Soy maluca pero me gusta todo lo bonito”, dice entre risas. Pero de maluca, de fea, no tiene nada. En su figura de negra exuberante, contorneada, arropa un corazón inmenso, dadivoso, que piensa en el bienestar de los que la rodean, así no los conozca. Todos le dicen que es hermosa, grande y bendecida. Le gritan saludos cuando pasan por su puesto. Es una reina por decreto popular, porque todos han decidido que así sea. “Soy la primera y la única reina. Nadie me baja del caballo”.