domingo, 28 de octubre de 2012

Cáncer, un miedo a superar, un reto para ganar

Artículo publicado en el diario El Heraldo el día 28/10/12. La infografía es de Eduardo Sanín.


Muerte. En eso pensamos cuando nos mencionan la palabra cáncer. El miedo generalizado que suponen estas seis letras, grabadas en dos sílabas, aumenta proporcionalmente a la incidencia de esta enfermedad. No se contagia, no se transmite, pero su última consecuencia, pensar en el punto final de la vida, eriza la piel.

Tampoco es incurable. Asumir su presencia, la conciencia del tratamiento que conlleva, es el primer paso si se quiere superar. El cáncer mata, es cierto. La entereza con la que se acepte y se trate también puede significar la vida. Y de eso se trata esta enfermedad, de combate. Es una puja por la vida en la que todos estamos llamados a dar la batalla.

Según la Organización Mundial de la Salud, el cáncer es un proceso de crecimiento y diseminación incontrolados de células. Puede aparecer prácticamente en cualquier lugar del cuerpo. El tumor suele invadir el tejido circundante y puede provocar metástasis en puntos distantes del organismo.

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Situación e Incidencia. En la serie de documentos técnicos de la Guía para el análisis de la situación del cáncer, elaborada por el Instituto Nacional de Cancerología, el cáncer se ratifica como una enfermedad creciente en todo el mundo. Se estima que 50% de los casos nuevos y 60% de las muertes ocurren en países en vía de desarrollo. Porcentaje que, de acuerdo a las proyecciones, aumentará en los siguientes 15 años hasta el 75%.

Según la OMS, el cáncer representa la segunda causa de muerte en América, donde se registraron unos 2,5 millones de casos nuevos y 1,2 millones de muertes por cáncer en 2008, según las cifras más actualizadas. Se espera que la carga del cáncer aumente como consecuencia del envejecimiento de la población y de la transición epidemiológica de América Latina y el Caribe.

En Colombia, en 2006, casi el 14% de las defunciones en hombres y el 19,3% de las muertes en mujeres fueron por cáncer, lo que sitúa este grupo de enfermedades como un problema relevante de salud pública. El Plan Nacional para el Control del Cáncer establece que, en adultos, las principales localizaciones del cáncer en hombres se presentan en estómago, pulmón, próstata, colon y recto, mientras que en las mujeres la mayor incidencia se encuentra en el cuello uterino, mama, estómago y pulmón.

En estas cifras no se toma en cuenta el cáncer de piel, que a pesar de ser el más frecuente, los sistemas de información no contemplan su recolección por la baja mortalidad que representa. En los niños, las principales localizaciones son las leucemias, los tumores del sistema nervioso central, los linfomas y los sarcomas.

Factores de aparición. En las últimas décadas, Colombia ha experimentado cambios sociales y demográficos como el aumento del volumen de la población, que se triplicó en los últimos 50 años, trayendo como consecuencia el aumento de la esperanza de vida y el decrecimiento de la fecundidad.

Todos estos cambios contribuyeron a la modificación en la estructura de edad de la población, que muestra un envejecimiento con incremento en la población mayor de 60 años. El Instituto Nacional de Cancerología, con base en información del DANE, sostiene que estos cambios podrían explicar hasta dos terceras partes de la carga futura de cáncer, dado que la edad es uno de los factores que aumentan el riesgo de desarrollarlo.

El tabaco también representa otro factor de riesgo. Los malos hábitos alimenticios, como la reducida ingesta de frutas y verduras, el exceso de peso y el sedentarismo también son una amenaza latente para la aparición del cáncer.

Además, en nuestro país, agentes como el estado socioeconómico y las infecciones (como el VPH) aumentan las posibilidades para el desarrollo de la enfermedad.

La presencia de agentes carcinógenos en el entorno laboral, ya sea físicos, químicos o biológicos, también aumenta el riesgo. La luz ultravioleta, las radiaciones ionizantes y los hidrocarburos policíclicos al estar expuestos al fuego de leña o carbón y la exposición a plaguicidas (estragol, safrol) inciden potencialmente como factores cancerígenos. Las alteraciones genéticas también influyen de forma importante en el desarrollo del cáncer. Se ha demostrado que ciertos fármacos pueden tener capacidad cancerígena.



Síntomas generales. La proliferación desordenada de un grupo de células que no responden a los mecanismos normales de control del organismo genera los tumores malignos responsables de la aparición del cáncer.

Uno de los problemas más importantes de la detección de esos tumores es que la mayoría de ellos pasan desapercibidos durante algún tiempo. Las alarmas se prenden cuando un comportamiento extraño del organismo sale a relucir, lo que, lamentablemente, muchas veces sucede solo en las etapas avanzadas de la enfermedad.

Sin embargo, los tumores pueden producir síntomas por distintos mecanismos que pueden ayudar a revelar la presencia del cáncer, entre los que están:

El autoexamen de mama es importante
Efecto masa: las células se multiplican y constituyen una masa que va creciendo y se hace notoria.
Liberación de sustancias a la sangre: síntomas en otros órganos al segregar sustancias, como ciertas hormonas que liberan a la sangre y producen lo que se conoce como síndromes paraneoplásicos. Otras veces, se liberan sustancias capaces de producir fiebre, que termina revelando la aparición del cáncer.
Trastornos metabólicos y hematológicos: la pérdida exagerada de peso. Esto se debe a la suma de muchos factores, como la disminución de la sensación de gusto y olfato, alteraciones en el aparato digestivo que muchas veces terminan en náuseas y vómitos y la sensación de saciedad y disminución del apetito. La disminución de las células sanguíneas es otro llamado de alerta.
Los médicos señalan que el verdadero diagnóstico precoz del cáncer consiste en descubrirlo en los estados anteriores a la aparición de los primeros síntomas, por lo tanto es necesario tener en cuenta los medios de detección temprana. Algunos de ellos son: citología vaginal a partir de las primeras relaciones sexuales, autoexamen de mama y mamografía a partir de los 40 años en mujeres y detección de antígeno prostáticos o tacto rectal en los hombres mayores de 50 años.



Tratamiento y prevención. Álvaro Llamas, médico oncólogo, señala que “la causa del cáncer es multifactorial. Sin embargo, están claramente definidos los factores de riesgo para diferentes tipos de cáncer, el conocimiento de ellos es la base de la estrategia para su prevención”.

Para disminuir este riesgo se hace necesario tomar medidas preventivas como:
•No fumar
•Evitar exposiciones al sol por tiempo prolongado (especialmente personas de piel blanca)
•Adecuada higiene genital
•Controlar el consumo excesivo de bebidas alcohólicas
• Dieta adecuada, rica en fibras vegetales, frutas y baja en grasas
•Evitar la exposición a radiaciones


Angie Choperena, periodista que ha enfrentado el cáncer en dos oportunidades y lo ha superado, ha escrito sobre el tema en su libro Qué como. Choperena consultó a Yamile Cure, nutricionista, y con la ayuda de los chefs Luca Lucidi y Álex Quessep logró proponer cerca de 50 recetas para una dieta apropiada para los pacientes con cáncer. Yolanda Palencia, médica biológica, hizo la revisión del libro. La ayuda de Angie fue vital para señalar los alimentos recomendados y los que se deben evitar (ver primera fotografía).


Un porcentaje importante de cánceres pueden curarse mediante cirugía, radioterapia o quimioterapia, especialmente si se detectan en una fase temprana. La cirugía es la principal estrategia para el tratamiento en varios tipos de cáncer. En el procedimiento se extirpa el tumor maligno para que éste no se multiplique.

La radioterapia consiste en la radiación de partículas que incluyen haces de electrones, protones y neutrones por medio de los cuales se logra destruir los tumores sensibles. Es una alternativa de tratamiento cuando la localización del tumor impide el acceso quirúrgico. También es utilizada como tratamiento complementario.

La quimioterapia consiste en la utilización de químicos o fármacos para el tratamiento del cáncer. Existen muchos tumores sensibles a la quimioterapia, así que es posible la curación de algunos cánceres a través de este procedimiento.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Para el cronista de siempre

Ayer, uno de mis maestros en el periodismo, editor del periódico EL HERALDO, donde trabajo, fue galardonado con el premio Simón Bolívar a la Vida y Obra de un periodista. El premio es, quizás, el más importante reconocimiento a la carrera del periodismo en este país. Ernesto McCausland Sojo es el nombre que ayer más aplaudieron los presentes a la ceremonia de premiación, y aunque él no pudo asistir, tuvo un par de representantes que no puede amar más su corazón: Marcela y Natalia, sus dos hijas. 

Yo, desde mi silla de redactora, tuve la misión de reseñar, un poco, sobre su carrera y su persona. Este fue mi homenaje:




El domingo pasado, en la edición semanal de la revista Latitud, suplemento literario de este diario, dos palabras coronaban la columna ‘El arte de narrar’, que sirve de abrebocas para dicha publicación. “Amor embotellado”, rezaba en el título. El autor solo podía ser uno: Ernesto McCausland.
“El amor no pertenece a los poetas. Tan humano es el amor, y al mismo tiempo tan sublime, que con toda seguridad prefiere no alojarse en violines e inspiraciones, sino en el pedazo de jabón que amanece allí, cada mañana, en una ducha de baldosines desdibujados: el amor es, a fin de cuentas, de quienes lo sienten, lo viven, lo padecen, superan sus fases perentorias con enjundia de guerreros, caen en la monotonía del desfile de los días para luego darse cuenta de que –después de diez, quince, veinte años– deben iniciar una estoica reconquista en cada despertar”, escribió.
Decir que una lágrima no se asomó tímidamente podría significar una mentira. Luego del trance emocional, de los sollozos invisibles, de una legión de pensamientos, vino –para muchos de nosotros– la pregunta: ¿cómo?, ¿cómo le hace para sacar, a quemarropa, con dulzura y ligereza, esa hojarasca de palabras cuidadosamente anidadas, inmensas y providencialmente sabias?
Parece que Ernesto estuviera envuelto en un velo onírico, de esos que solo visten a literatos, a sabios, como él. Y tan colosal como sus palabras es su persona. En ese cuerpo alto, forjado por el básquetbol y las letras, creció un “devoto creyente, juniorista consumado, que suele cantar vallenatos en fiestas familiares”, tal cual reza la frase autobiográfica con la que se dibuja.
El periodismo ha gravitado en su vida desde los 18 años. La crónica, su gran cincel para esculpir magistrales interpretaciones, sobre todo de ese sentir caribe a través de sus certeros trabajos periodísticos. El resultado: una hoja de vida colmada de reconocimientos, pero sobre todo, del más puro amor y respeto por el oficio.
Un premio merecido, esperado, se suma hoy a un cúmulo de galardones para exaltar una carrera plausible, que lejos de brillar para sí misma únicamente, ha iluminado el camino de quienes han tenido el privilegio de trabajar a su lado.
Para terminar, dos aclaraciones. La primera: todos los que conformamos la gran familia EL HERALDO nos arropamos en el honor de este premio para ese gran capitán que conduce nuestro barco. La segunda: todo nuestro amor embotellado, desde lo más profundo de esta redacción, es para él.


Su embajadoras leyeron esta extraordinaria declaración, que solo podía venir de él:

La urgencia de la crónica.  Me las he arreglado para hacerle creer a todos que soy cronista y —de semejante falacia— he logrado salirme con la mía.
 Aunque la crónica ha sido mi compañera inseparable a través de los caminos del periodismo,  lo digo con absoluta franqueza: todavía es la hora en que abuso del gerundio, sigo siendo  malísimo para los remates y en ocasiones incurro en el pecado mortal del melodrama.
 No sé si esta magna instancia, ante los colegas del jurado que ha tenido la deferencia de otorgarme este galardón,  un maestro del pensamiento universal como don Fernando Savater, y todo el estamento de la profesión que venero, sea la apropiada para salir a estas horas de la vida con una confesión de esa envergadura, pero bueno… algún día tenía que decirlo. La verdad es que me volví impostor de la crónica porque los caudales de la vida no me dieron otra opción:
 Mientras mis jóvenes colegas de hoy día leen en la primera página de los periódicos rígidas noticias sobre política, economía, orden público, gobierno y corrupción, yo bebí de una fuente muy distinta: la primera página de un periódico de mi infancia, bien podía incluir, a cuatro columnas, una crónica de Juan Gossaín sobre Pambelé, con la particularidad de que por ninguna parte aparecía la palabra boxeo; u otra de José Cervantes Angulo, sintetizando todo el fenómeno del primer narcotráfico —la bonanza marimbera— a través de los ojos de un sicario pavoroso al que apodaban “el Tín” …. Así las cosas, cuando llevaba dos años ejerciendo de manera empírica el oficio, bajo la tutela implacable de mi maestra Olga Emiliani, me brotó orgánicamente la opción de transformar una noticia de cumplimento en una crónica humana y sincera.
 Me fue publicada. Así comenzó el cuidadoso cultivo de mi farsa. Hoy he vuelto a cometer esa travesura casi que cotidianamente. Lo he hecho en radio, televisión, prensa y en todo medio en el que encuentro editor alcahueta dispuesto a creer lo que ya todos son culpables de creer. A una fría noticia cotidiana, en virtud precisamente al fuero que me he ganado, me doy el lujo de verterla en una paila y llevarla al fogón de la crónica.
 Pero no soy cronista por alguna recóndita verdad culinaria.
 Lo soy más bien porque instintivamente considero que con mi producto me aproximo más a la verdad. Tanto confío en lo anterior que tengo la certeza de que si a la Colombia contemporánea la hubiésemos relatado con temperatura de cronista —sin renunciar jamás a postulados básicos como el compromiso con la verdad y el equilibrio— tendríamos mucha más claridad sobre la dura realidad que nos asedia.
 En algún momento llegué a pensar que esta guerra —cuyo fin ojalá esté tan cerca como lo intuyen nuestros corazones— era vista por el país como un macabro cotejo futbolístico, en la cual un día ganaban los unos por goleada y al siguiente lo hacían los otros por estrecho margen. Tanto yo, como mis colegas que lideran medios de comunicación, estamos en mora de responderle al país por qué permitimos que el conflicto lo contaran las matemáticas y no la gramática.
 Y cada vez me doy cuenta con mayor claridad que el principal factor para ese vacío histórico, es financiero. Pocos empresarios de medios creen que vale la pena tener en la redacción a un elemento que pase todo un día en pos de una gran historia, luego la mastique, la deglute, y la produzca con el exquisito recurso de la más poética sencillez. Nos gusta más una moledora humana, que nos traiga tres buenas chivas, despachadas sin contemplaciones en seis gélidos párrafos.
 Y aquí mi punto: si yo me las he arreglado para hacer creer que soy cronista, ¿por qué no permitir que esa misma treta la haga cualquier elemento de la redacción?
 Jamás le he encargado una crónica a un periodista cualquiera de la redacción y siento que me haya decepcionado.
 No defiendo la crónica por algún motivo romántico,  de poeta nostálgico. Lo hago porque creo que, a través del aprovechamiento pleno de los recursos del lenguaje, del vuelo del espíritu que ella implica, de las herramientas estilísticas que aporta, de la honestidad que demanda, de su exploración real del ser humano, nos aproximamos más a la verdad. Por eso, al tiempo que agradezco desde lo más profundo de mi alma presente este homenaje, conmino al colegaje —y sobretodo al liderazgo de los medios— a abrir las compuertas de la crónica, el reportaje y géneros afines.
  Nunca es tarde para ser sinceros. Nunca es tarde para decir a plenitud la verdad. Y es —a fin de cuentas—  la manera más efectiva de canalizar toda esta divina pasión que nos despierta el oficio. Recibo este premio a nombre del periodismo que con múltiples dificultades se realiza en la provincia colombiana, especialmente en nuestra querida región Caribe. Aquí sigo aprendiendo cada día. Aquí, con una extraordinaria nómina de colegas y compañeros, rendimos el culto diario a la profesión más hermosa del mundo. 
Muchas gracias. 

Bonus track:  Si esto no es suficiente para quedar encantados con la pluma de Ernesto, aquí les dejo un plato fuerte: ernestomccausland.com





martes, 23 de octubre de 2012

Gaultier, una pasarela de otro mundo

La semana pasada estuve cubriendo, como enviada especial, la feria de salud, belleza y moda más importante de Colombia: el Cali Exposhow. Aunque no tuve mucho tiempo de recorrer la ciudad y de ver algo extraordinariamente excepcional, mis ojos fueron testigos de un espectáculo de arte y moda que corrió por cuenta de uno de los mejores diseñadores de nuestro tiempo: Jean Paul Gaultier.

Aunque he escrito de moda, no suelo compartir esto en este blog, sin embargo, ante el hecho sin precedentes de una pasarela de Gaultier en Latinoamérica y al impacto que causó en mí, he decidido hacer una excepción. Con ustedes, uno de los momentos indelebles de mi vida:






Largo, intenso y majestuoso fue el desfile del diseñador francés Jean Paul Gaultier, el invitado internacional a la pasarela del Cali Exposhow 2012. Un show de otro mundo, para no perderse, para repetir, que los asistentes disfrutaron prenda tras prenda, sorpresa tras sorpresa.

Una pasarela variada y esquemática, con quiebres visiblemente notorios que dejaron apreciar lo mejor de los elementos característicos de la moda de Gaultier, se convirtió en una línea de tiempo por donde desfilaron mademoiselles de la nobleza francesa de la época clásica, marineros con el corte trasgresor de géneros, corsés seductores y sugestivas transparencias.




Que Gaultier cree en la tradición y lo propio de cada país, eso se pudo comprobar. Que lleva a Francia en su corazón y en su estilo fue la consigna de su debut en las pasarelas latinoamericanas. Con una cosmopolita París de fondo, también presente en lo dramático de la música que acompañó la presentación, lo dejó claro.


En el arranque del desfile, el clásico binomio blanco-negro reinó. La moda francesa de los años 30 y el particular style de la desaparecida cantante Amy Winehouse se fusionaron para dar muestra de elegancia, distinción y provocación. Las modelos con pelucas y peinados vaporosos y los ojos silueteados con una gruesa línea negra rindieron homenaje a la artista británica. Luego apareció sutilmente el turquí en trajes enteros y dio paso a la extravagancia, que llegó en forma de color block y en un dramatismo exquisito, propio del diseñador.

Piezas cuidadosamente elaboradas, con un trabajo artesanal propio de una obra de arte, se robaron las miradas de un público extasiado con la propuesta del francés. Enterizos y vestidos cuya arquitectura venía marcada por corsés que recordaron los atuendos de Madonna primaron en esta parte de la pasarela. El tejido trenzado, que antes ya ha estado presente en la alta costura de Gaultier, volvió a aparecer.


El dandismo también se hizo sentir, en especial, en la propuesta masculina. Sombreros de copa, sofisticados sacos y pantalones clásicos con el sello personal Gaultier compartieron protagonismo con el ya icónico corte marinero.

Jean Paul Gaultier siempre sonríe. Volvió a hacerlo al final de su diversa colección, cuando, al ritmo de Rehab, el himno de la inmortal Amy, salió con una falda asimétrica, mostrando pierna y haciendo alarde de su popular mote que lo define como el ‘niño rebelde de la moda’. Su pasión, además de diseñar, parece que es ser feliz.






Bonus track: Les repito mi diseño favorito. Dramático, con encaje y muy rosado.