lunes, 23 de marzo de 2015

Boutiques florales: entre las rosas y lo eterno

Escribí este artículo para el diario El Tiempo, en Amor y Amistad. Fue publicado el 20/09/2014.
Margarita de Juliao, propietaria de Palo de Agua, es una chef que se enamoró de los colores y las texturas de la naturaleza.
Las fotos son de Óscar Berrocal para ETCE.

Puede que no haya un detalle romántico más predecible que las flores, es cierto. Pero tampoco hay alguno que se le compare. Han existido siempre y son el símbolo indestronable del amor, y por años han escondidos propuestas de noviazgo, matrimonio y mensajes que cuesta soltar al hablar.

Luego de un periplo eterno, los arreglos florales de forma triangular cargados de rosas, girasoles, margaritas y anturios, tradicionalmente entregados en las puertas de las casas por un señor en moto que lleva varios ramos iguales, la oferta se renueva con maneras más estilizadas, propias del gusto europeo, esencialmente el francés, que guarda para sí campos enteros de especies únicas, como los que se ven en la región de Grasse.

Si alguien ha caminado las calles de París y conoce bien la tradición gala de escoger flor a flor las especies que adornarán un ramo, esa es Margarita Rodríguez de Juliao. Es una chef con alma de florista que apenas hace unos tres meses abrió su boutique en Barranquilla, Palo de Agua. Allí no hay formas de triángulo levantadas con flores ni bouquets convencionales. Lo que se ve es un mostrario de madera cubierto de mini hortensias, pitusporum, cartuchos pequeños, caspia y greenballs, entre otras.

Los claveles también tienen un lugar especial. “A la gente aquí no les gustan porque lo asocian con algo barato”, dice esta bogotana que vino a abrir mercado en la capital del Atlántico. Al lado de sus flores predilectas, las que aquí no gustan mucho, están las rosas. Un clásico.

Las flores de jabón: el último 'hit'
El exhibidor le permite al cliente personalizar su ramo, que va desde los $35.000 envuelto en una tierna carterilla de cartón. Nada de ramos genéricos ya armados, solo para encargar por teléfono. “La idea es que el cliente venga y arme su propio regalo. Que escoja una a una las flores”, explica Margarita, que no puede tener mejor nombre. Es una flor.

Una pared morada y piezas vintage de ebanistería minimalista completan el lugar, en el que hay otra novedad: las rosas de jabón. Sus pétalos son suaves jaboncillos que usualmente decoran rincones del baño, pero que tampoco desentonarían en alguna mesa de noche. Vienen en bases de parafina –la que sirve para arreglos más grandes, y que se reutilizan para cada diseño-  de diferentes tonos y, contrario a lo que se puede imaginar por la originalidad del producto, cuestan entre $20.000 y $35.000.

Se eternizan. 

Si algo le falta a las flores es la cualidad de perdurables. Se agotan más rápido de lo que uno quisiera. Se marchitan, pero no así pierden su estado de belleza. Tiene su encanto ese tono envejecido que toman. Pero para no extrañarlas, ya hay solución. La boutique floral Gardenias tiene como producto exclusivo sus flores naturales preservadas. Un tratamiento especial extiende su vida de cuatro a seis meses en un clima como el de Barranquilla.

En Gardenias Boutique, elegir las flores es como ir a una tienda
exclusiva, observar la ofertar y llevar la que más atraiga.
Rosas, hortensias y por supuesto gardenias despuntan en un universo de posibilidades para todos los gustos y precios. Desde doce mil pesos se consigue un ejemplar rodeado de una esfera de cristal, y así va aumentando el número de flores y la presentación, en relación directamente proporcional con el costo.

No necesitan agua. Hay línea especial para la celebración de Amor y Amistad en materitas y latas en forma de corazón, pero también se posan en mugs y diseños que asemejan terrarios florales. Es un arte cultivado.

Detalle de un arreglo con flores preservadas

Una sensación. 

Más que el hecho de dar o recibir flores, la firma Lottas Botánica ha querido convertir este acto en una experiencia, una sensación basada en un buen vino que acompaña a cartuchos y astromelias, o chocolates artesanales rellenos de oreo que complementan un diseño de orquídeas.

No parece una floristería, por eso lleva el nombre de boutique. Es un espacio comparado a una sala francesa, con espejos y muebles clásicos, adornado con rosas exclusivas, como las de exportación que llegan en cantidades en esta temporada, trepadas a un precio mayor por el tipo de cultivo. Duran hasta diez días, y sus presentaciones estrella son la tradicional roja –llamada freedom- y la rosa bicolor, que parece pintada a mano pero en realidad es un cuadro natural. Se llama sweetness, ‘dulzura’.

Las flores siguen siendo las mismas, pero la forma de entregar es la que busca cambiar. Reclaman a gritos cambiar el frívolo domicilio por el rostro de quien las regala. Es lo menos que merecen.
La 'sweetness' es una de las consentidas en Lottas

Las tradicionales y las que llegan.

Quitarle a la rosa el puesto de reina entre las flores será complicado. Esta especie sigue siendo muy usada en todo tipo de arreglos, tanto en los más intrincados, que posibilitan la variedad, hasta los diseños más minimalistas, que solo requieren rosas. Su plus: la amalgama de colores que ofrece.

Las orquídeas ganan terreno. Su costo dificulta que se posicionen entre las más pedidas, pero ser la flor nacional le da privilegios de elección.

Cartuchos, hortensias y astromelias siguen arraigadas, mientras llegan nuevos nombres para comenzar a llamar la atención, sobre todo en el follaje, como las ‘greenballs’, pompones reverdecidos que le dan un toque único y rejuvenecido al diseño floral.