Puede que no haya un detalle romántico más predecible que
las flores, es cierto. Pero tampoco hay alguno que se le compare. Han existido
siempre y son el símbolo indestronable del amor, y por años han escondidos
propuestas de noviazgo, matrimonio y mensajes que cuesta soltar al hablar.
Luego de un periplo eterno, los arreglos florales de forma
triangular cargados de rosas, girasoles, margaritas y anturios,
tradicionalmente entregados en las puertas de las casas por un señor en moto
que lleva varios ramos iguales, la oferta se renueva con maneras más
estilizadas, propias del gusto europeo, esencialmente el francés, que guarda
para sí campos enteros de especies únicas, como los que se ven en la región de
Grasse.
Si alguien ha caminado las calles de París y conoce bien la
tradición gala de escoger flor a flor las especies que adornarán un ramo, esa
es Margarita Rodríguez de Juliao. Es una chef con alma de florista que apenas
hace unos tres meses abrió su boutique en Barranquilla, Palo de Agua. Allí no hay formas de
triángulo levantadas con flores ni bouquets convencionales. Lo que se ve es un
mostrario de madera cubierto de mini hortensias, pitusporum, cartuchos
pequeños, caspia y greenballs, entre otras.
Los claveles también tienen un lugar especial. “A la gente
aquí no les gustan porque lo asocian con algo barato”, dice esta bogotana que
vino a abrir mercado en la capital del Atlántico. Al lado de sus flores
predilectas, las que aquí no gustan mucho, están las rosas. Un clásico.
Las flores de jabón: el último 'hit' |
Una pared morada y piezas vintage de ebanistería minimalista
completan el lugar, en el que hay otra novedad: las rosas de jabón. Sus pétalos
son suaves jaboncillos que usualmente decoran rincones del baño, pero que
tampoco desentonarían en alguna mesa de noche. Vienen en bases de parafina –la
que sirve para arreglos más grandes, y que se reutilizan para cada diseño- de diferentes tonos y, contrario a lo que se
puede imaginar por la originalidad del producto, cuestan entre $20.000 y
$35.000.
Se eternizan.
Si algo le falta a las flores es la cualidad
de perdurables. Se agotan más rápido de lo que uno quisiera. Se marchitan, pero
no así pierden su estado de belleza. Tiene su encanto ese tono envejecido que
toman. Pero para no extrañarlas, ya hay solución. La boutique floral Gardenias
tiene como producto exclusivo sus flores naturales preservadas. Un tratamiento
especial extiende su vida de cuatro a seis meses en un clima como el de
Barranquilla.
En Gardenias Boutique, elegir las flores es como ir a una tienda exclusiva, observar la ofertar y llevar la que más atraiga. |
No necesitan agua. Hay línea especial para la celebración de Amor y Amistad en materitas y latas en forma de corazón, pero también se posan en mugs y diseños que asemejan terrarios florales. Es un arte cultivado.
Detalle de un arreglo con flores preservadas |
Una sensación.
Más que el hecho de dar o recibir flores, la
firma Lottas Botánica ha querido convertir este acto en una experiencia, una
sensación basada en un buen vino que acompaña a cartuchos y astromelias, o
chocolates artesanales rellenos de oreo que complementan un diseño de
orquídeas.
No parece una floristería, por eso lleva el nombre de
boutique. Es un espacio comparado a una sala francesa, con espejos y muebles
clásicos, adornado con rosas exclusivas, como las de exportación que llegan en
cantidades en esta temporada, trepadas a un precio mayor por el tipo de
cultivo. Duran hasta diez días, y sus presentaciones estrella son la
tradicional roja –llamada freedom- y la rosa bicolor, que parece pintada a mano
pero en realidad es un cuadro natural. Se llama sweetness, ‘dulzura’.
Las flores siguen siendo las mismas, pero la forma de
entregar es la que busca cambiar. Reclaman a gritos cambiar el frívolo
domicilio por el rostro de quien las regala. Es lo menos que merecen.
Las tradicionales y las que llegan.
Quitarle a la rosa el puesto de reina entre las flores será complicado.
Esta especie sigue siendo muy usada en todo tipo de arreglos, tanto en los más
intrincados, que posibilitan la variedad, hasta los diseños más minimalistas,
que solo requieren rosas. Su plus: la amalgama de colores que ofrece.
Las orquídeas ganan terreno. Su costo dificulta que se posicionen
entre las más pedidas, pero ser la flor nacional le da privilegios de elección.
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