Esta nota fue publicada el 19/04/2012 en el diario El Heraldo de Barranquilla.
Fotografía de Christian Mercado para El Heraldo |
Los descubrió entre viaje y viaje, entre
rumores de conocidos que volvían a Barranquilla provenientes de Estados Unidos
llenos de historias sobre la vida americana. Traían souvenirs, aparatos
electrónicos y además, música.
El escarabajo (beetle, en inglés) dejó de ser,
entonces, un insecto cualquiera del inmenso mundo animal, y vino a representar
el nacimiento de un sueño de juventud: la Daccarett Blues Blend,
mejor conocida como la Daccarett Blues
Band.

Lo que nació como un pasatiempo juvenil fue
cobrando fuerza y se convirtió casi en un movimiento: cada vez eran más las
presentaciones con su banda y los días de toque en ‘Papagallo’, el bar más famoso de la ciudad por esos
tiempos, se volvieron más frecuentes.
Enamoraba chicas con su ‘pinta’ y sus covers.
Inluso, le ocurrió lo más gracioso que le puede pasar a un grupo local sin
gloria ni fama: firmar autógrafos.
Su pasión por la música fue tal que terminó por
eclipsar lo demás. Lo expulsaron, junto a su hermano Joseph, del colegio
Parrish cuando cursaba octavo grado. “Me echaron porque no estudiaba y quería
vivir en mi mundo musical”. Entró entonces al Sagrado Corazón, institución
donde se graduó, con una disciplina casi militar: la mandaron a cortarse el
cabello, a ponerse medias, a concentrarse en los estudios.
Pero la música jamás fue echada a un lado. “Si
algo le agradezco a The Beatles es que
nos llevó a mi hermano y a mí por un camino muy sano”. No fue joven de
problemas ni de discusiones. The Beatles fueron su norte y Paul McCartney su
gran ídolo.

Habla con propiedad porque sabe. Lleva años
tras su huella, coleccionando discos, camisetas y todo lo que tenga que ver con
la banda británica. “Aquí tengo estos ocho acetatos que encontré en mi ‘caja
mágica’, luego de mucho buscar. Los demás deben estar por ahí bien refundidos,
porque los cuido como un tesoro”. Las camisetas se las llevó todas su hijo
Johan, quien heredó su vena musical y lo ratifica con su banda Los de Adentro.
El concierto soñado
La mejor experiencia
musical de su vida, la vivió George de la mano de Paul McCartney hace ya una
década. Estaba de viaje en Nueva Orleáns, cuando prendió el televisor de su
habitación y en el canal interno del hotel anunciaron la presentación del ex
Beatle al día siguiente en la ciudad. Salió corriendo a averiguar dónde podía
conseguir la entrada hasta que dio con el lugar. La boleta le costó 200
dólares, no en la mejor localidad, pues ya estaban agotadas. “Fue un momento
único, es una persona muy cálida. Recuerdo que invitó a tocar una canción a un
músico que había encontrado la noche anterior en un bar de la ciudad y lo
presentó ante el público”, narra emocionado.
En su iPod tiene más de 27.000 canciones. La
discografía completa de The Beatles y Paul McCartney lo acompaña todo el
tiempo. No puede hacer ejercicio en el gimnasio si no escucha música. Es un
melómano de 24 horas. Ama el piano, el jazz, The Beatles… para él Yesterday es
la mejor canción del mundo.
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