Las fotos son de Luis Rodríguez y Cristian Mercado |
La presentación de este personaje será breve: se llama José Darío Martínez, pero le dicen Chabuco por ser el menor de su familia, ya que su hermana mayor se llama –de verdad- Chabuca. Nació en Valledupar y creció entre las composiciones de Rafael Escalona, Leandro Díaz y Carlos Huertas, solo por mencionar algunos. Así que es de entender que el vallenato lo lleve en el alma e intente darle al estatus que se merece. Su fórmula: inyectarle aires de jazz, latin, y revivir las interpretaciones clásicas ¡sin acordeón! Una proeza, dirían algunos; un placer, diría Chabuco.
¿En qué punto termina el vallenato y comienza el jazz en la música de Chabuco, o viceversa?
El vallenato comienza en todo. Desde la primera frase que canto en mi disco Clásicos Café La Bolsa está el vallenato impregnado; también el jazz, llevando todos estos nuevos géneros a cada una de las canciones clásicas como lo hice, llevando cada canción vallenata clásica al danzón, al cha, al bolero. Los dos comienzan y convergen en el mismo camino. Es encontrarse en el respeto de los dos géneros. El vallenato lo que necesitaba era un personaje que lo diera a conocer un poquito y que mostrara que también le caben muchos géneros, muchas cosas, siempre que uno lo sepa decir.
Usted dice que puede hacer que el jazz y el vallenato se vuelvan hermanos, o el porro y la salsa, ¿cómo lo hace?
(Risas) Siempre y cuando tengas la información de los tiempos que se manejan en cada género y respetes cada una de sus raíces, toda la música se vuelve hermana. Puede ser música africana, puede ser música folclórica, pero se vuelven hermanas a la hora en que respetas cada género y no violas ningún patrón de este. Cada uno de esos géneros fluye por donde tú quieras que camine y que suene. Ese es el momento en que los dos se unen. Es como cuando tratas de cantar una balada, un pop americano, y tratas de fingirla haciendo otra cosa y no te suena. Lo que hice en mi disco fue cantar el vallenato como sonaba en el 79, cuando se grabaron esos temas. Lo hice con base de jazz y de latin, pero respetando la esencia del folclor, encajó. Si no hubiera respetado la esencia del folclor en el vallenato ni hubiera tenido claros los tiempos, no hubiera podido ‘casar’ esos elementos.
Ahora que habla de patrones, ¿qué define el vallenato, ya que ha logrado hacerlo sin acordeón?
El acordeón es un matrimonio con el vallenato, pero las canciones del vallenato son letras, son historias, eso es lo que marca. Ese es el patrón del vallenato para mí.
Cada quien está haciendo sus cosas y sus ideas, pero creo, y lo siento y lo vivo y lo respiro en todas partes, que el vallenato clásico sigue siendo la bandera del verdadero vallenato. Al vallenato nuevo yo lo que creo es que le están metiendo mucha letra, no digo mala, pero no están contando historias, entonces se está volviendo algo muy monótono, con armonías y melodías que son medio recogidas de otras cosas. El vallenato es de los campesinos, el vallenato es de la gente que trabajaba sus fincas y que cuenta la historia de cómo el río se secó y cómo la mujer lo dejó debajo del palo e’ mango. Todo eso es el vallenato.
Entonces, ¿la enfermedad del vallenato actual es la falta de una narración de historias que reflejen esa vivencia Caribe?
Sí, y no creo que solamente sea en el vallenato, sucede en cualquier género que pierda la narrativa de lo que se viene haciendo con él. Es cierto que hay nuevas generaciones, nuevas cosas, pero la gente cuando quiere interpretar un género tiene que respetar muy bien el comienzo de este. En este caso, el vallenato clásico es contar historias, es el que te narra una de principio a fin y la entiendes claramente.
Siendo un conocedor del género desde su forma más clásica, además de las historias, ¿qué debe tomar el vallenato actual de su forma más tradicional?
Creo que todo eso va en cada compositor y en la vivencia de cada personaje, pero es cierto que el vallenato clásico es el que ha marcado la historia y es el que te hace recordar tu niñez. No sé si en mi caso sea diferente, porque yo me crié entre todos estos personajes y vi y viví cómo escribían al amor, cómo escribían a una flor, cómo escribían al verano. Cada quien tiene su forma de narrar las cosas, yo me quedo con la clásica. Hasta ahora no he experimentado componer una canción vallenata clásica porque respeto mucho eso, pero creo que siempre y cuando uno narre bien la historia, eso incluiría al vallenato clásico, respetaría al folclor y al género.
Cambiando de aire, cuénteme: ¿‘Te busco’ lo buscó a usted o usted buscó a ‘Te busco’?
Te busco me buscó a mí (risas) porque me llamaron para hacer una audición para un comercial de un banco aquí en Colombia, hace como cuatro años. Lo canté porque era mucha gente la que estaba haciendo el casting. Lo grabé con Nicolás Uribe y dejé la guía, y el día que me llamaron a decirme que la gente del banco había dicho que la voz mía era la que querían, tuve un problema familiar, murió un tío, entonces me tocó volar a Valledupar y les dije: “señores, busquen a otra persona que lo grabe, porque yo la verdad no lo puedo hacer porque estoy en un problema grande”, y resulta que Nicolás, con el que grabé la canción para audicionar, me dijo: “no, se queda la voz tuya que grabaste la primera vez”. Y así fue. Entonces Te busco me buscó a mí.
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