Mi mente no recuerda un año que quisiera desaparecer tan pronto como el 2012. Sí, me dejó momentos agradables y personas muy buenas, con nombre propio y que hoy están a mi lado y me hacen muy feliz, pero también me disparó a quemarropa al llevarse otras invaluables en mi vida. Fue un año de batallas a superar, de conocer el karma, de saber quién eres y hacia dónde te encaminas. Fue un año para enfrentarme a mí mi misma y superar obstáculos. Para aprender.
Pero ya está bueno, ya quiero que este bisiesto queme sus 366 días y le dé paso a un, seguramente, mejor año. Quiero un 2013 limpio y ensoñador, pacífico, para enmarcar. Quiero luz y que no sea intermitente. Quiero noches tranquilas, sin llorar. Quiero ratos inolvidables. Y letras, muchas letras indelebles.
Todo va a estar bien. Yo lo sé.
¡Bienvenido, 2013! Ya estás en mi lista de sueños, y eso, es mucho decir.
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