Una moto Vespa,
vintage, de 20 años, está parqueada detrás del portón negro de una casa en el
barrio Santa Ana de Bogotá rodeada de una laca multiusos, un frasco de emulsión
asfáltica, retazos de alfombra roja y un balde lleno de agua, rodillos y
brochas.
Ese aparato
beige, lindo, primoroso, es una de las huellas de las pasiones de Juan Andrés
Rodríguez por lo que ya pasó pero sigue estando. En otras palabras, por la
añoranza de las cosas buenas del ayer. Él, a diferencia de su hermano mayor,
aún conserva su apellido de ascendencia española para identificarse. Sebastián
se apellida Sero, ahora, por su proyecto en solitario. Ambos se graduaron del
Gimnasio Moderno y estudiaron música.
De coletera
romántica e influjo artístico nació Classicstone Ensemble. La sangre musical de
los Rodríguez, también compartida por Juliana, su hermana menor, los llevó a
organizar, hace siete años y con varios amigos más, un concierto con toda la
psicodelia y la experimentación de Pink Floyd. “Solo queríamos hacer el show de
The Wall”, cuenta, como disculpándose, Sebastián, quien fue el gestor de la
idea con su novia de entonces, amiga ahora y también parte de la banda, Diana
Osorio.
Juan Andrés y Sebastián Rodríguez |
“Alquilamos el
auditorio Ernesto Bein del Moderno para hacer el toque y vendimos las boletas a
10 mil pesos, más o menos”. La primera presentación acabó con éxito y así
comenzó un invento que hoy cuenta, incluso, con una escuela musical.
Como en la
primera presentación se salieron con la suya, la decisión fue seguir juntos,
pero no como un grupo netamente original, sino como una propuesta especializada
en tributos, con la fuerza de los sonidos de las bandas legendarias. Luego de
Pink Floyd llegó Queen, hasta aterrizar finalmente en The Beatles.
El cuarteto de
Liverpool es al que más han interpretado en sus cerca de 400 presentaciones, la
mayoría de ellas hechas en restaurantes, aunque han llegado hasta el Jorge
Eliécer Gaitán. Javier Ojeda, Juan Carlos Abella y Rafa García –el
barranquillero del grupo- completan el septeto de Classicstone. Todos son estudiados.
Dependiendo del tributo que hagan, tocan y rotan sus instrumentos. Por ejemplo,
Sebastián es bajista en The Beatles y guitarrista en Queen y Pink. Rafa,
entonces, toca el bajo cuando interpretan estas dos últimas bandas, y así
cambian los roles según el tipo de toque…
Los conciertos,
con el tiempo, se fueron haciendo cada vez con mayor planeación. Actualmente
trabajan con varios productores que se encargan de la logística de sus
presentaciones. El arte visual ha sido adicionado a sus puestas en escena. Casi
una decena de stencils con representaciones de los temas de The Beatles
adornaron uno de sus conciertos. Los hizo Sandra Ojeda, familiar de Javier, el
del bajo y la guitarra. Les gustaron a todos.
Ahora reposan
recostados en una pared de su embalaje musical, la casa de ensayos que tienen
hace un año, la escuela misma, a donde todos los días van a instruirse los casi
35 alumnos de la Classicstone Rock School. Cada estudiante, enamorado de un
instrumento, recibe clases particulares del integrante que lo domine en la
banda de tributos.
También hay un
cuadro incompleto con los rostros de John Lennon, Paul McCartney, George
Harrison y Ringo Starr. No hay representación de Lucy in the sky with diamonds,
pero se imaginan cómo sería: “Un par de estrellas gigantes y, en medio de
ellas, un columpio mecido por una niña de trenzas”. Sólo falta echar el pasto
para completar la apariencia perfecta de esa fortaleza que silba notas de rock.
Conquistaron
Argentina. No son famosos, no son reconocidos, pero sí son un referente en
tributos en la escena local. El eco de su música llegó hasta Argentina, de
donde les llegó una invitación hace unos meses para participar en el The
Beatles Week Festival, en Buenos Aires.
El 1 de
diciembre abordaron el avión y luego de hacer tres intervenciones de 30 minutos
durante el festival, más tres conciertos al margen de este evento, obtuvieron
el reconocimiento como la mejor banda latinoamericana de tributo a The Beatles
y ganaron el cupo para participar por esta parte del mundo en un certamen de
iguales características, que se realizará en Liverpool.
El repertorio
que ofrecieron fue para fanáticos, “muy especializado, no tan comercial, de
concurso”, según Sebastián. Ganaron, la dieron toda, para que sus familias,
totalmente involucradas en su proyecto, estén más felices. “Al comienzo era
chévere porque necesitábamos que fueran a los conciertos, e iban. Ahora es más
chévere, porque ya no lo necesitamos y siguen haciéndolo”, cuenta Juan Andrés.
Resulta que The
Beatles ahora son criollos.
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