Fue tu sexo mezquino y asesino y voraz el que se fundió con mi flor de madrugada para erizarme la piel y el alma, y los senos y hasta mi lengua, y me hicieron desear que se repitiera aquella velada donde la luna se acomodó –como dueña y señora- para vigilar serena nuestra taciturna y primigenia pasión.
Eres tú el que ahora duerme en esa cama que fue fugazmente mía y el que falta en mis horas para volverlas a parar.
1 comentario:
Pues solo espero y deseo, que noches como esas se repitan si no a diario muy muy a menudo!!! jajajajja Un besote guapa
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